Querido amigo,
Hace días que no te escribo, pero hoy siento la necesidad de hacerlo, ya verás por qué, ya verás…
Estoy segura de que conoces esta noticia, que a mí me dejó de piedra. Te la recuerdo, por si no te has enterado. Resulta que parece ser que un señor, que fue juez de la Audiencia Nacional, dictó una sentencia que afirmaba que… llamar «zorra» a una mujer no es delito, ni falta, ni nada, porque quien usa ese adjetivo en realidad lo que quiere decir es que dicha mujer es astuta y sagaz… figúrate lo que dijo el señor juez. Bien, pues me ha contado una amiga que una chica envió esta carta al juez.
«Estimado señor juez: Espero que al recibo de la presente esté usted bien de salud y con las neuronas en perfecto estado de alerta como es habitual en Su Señoría.
El motivo de esta misiva no es otro que el de solicitarle amparo judicial ante una injusticia cometida en la persona de mi tía abuela Felicitas y que me tiene un tanto preocupada. Paso a exponerle los hechos:
Esta mañana mi tía abuela Felicitas y servidora, nos hemos cruzado en el garaje con un sujeto bastante cafre que goza de una merecida impopularidad entre la comunidad de vecinos. Animada por la última sentencia de su cosecha, que le ha hecho comprender la utilidad de la palabra como vehículo para limar asperezas, y echando mano a la riqueza semántica de nuestra querida lengua española, mi querida tía abuela, mujer locuaz donde las haya, le ha saludado con un jovial «que te den, cabrito».
Se ha puesto como un energúmeno, oiga. De poco me ha servido explicarle que la buena de mi tía abuela lo decía en el sentido de alabar sus grandes dotes como trepador de riscos, y que en estas épocas de recortes a espuertas, desear a alguien que le den algo es la expresión de un deseo de buena voluntad.
El sujeto, entre espumarajos, nos ha soltado unos cuantos vocablos, que no sé si eran insultos o piropos porque no ha especificado a cuál de sus múltiples acepciones se refería, y ha enfilado hacia la comisaría más cercana haciendo oídos sordos a mis razonamientos, que no son otros que los suyos de usted, y a los de mi tía abuela, que le despedía señalando hacia arriba con el dedo corazón de su mano derecha con la evidente intención de saber hacia dónde soplaba el viento.
Como tengo la esperanza de que la denuncia que sin duda está intentando colocar esa hiena -en el sentido de que es un hombre de sonrisa fácil- llegue en algún momento a sus manos, le ruego, por favor, que intente mediar en este asunto explicándole al asno -expresado con la intención de destacar que es hombre tozudo, a la par que trabajador- de mi vecino lo de que las palabras no siempre significan lo que significan, y le muestre de primera mano esa magnífica sentencia suya en la que determina que llamar zorra a una mujer es asumible siempre y cuando se diga en su acepción de mujer astuta.
Sé que es usted un porcino -dicho con el ánimo de remarcar que todo en su señoría son recursos aprovechables- y que como tal, pondrá todo lo que esté de su mano para que mi vecino y otros carroñeros como él -dicho en el sentido de que son personas que se comen los filetes una vez muerta la vaca – entren por el aro y comprendan que basta un poco de buena voluntad, como la de mi tía abuela Felicitas, para transformar las agrias discusiones a gritos en educados intercambios de descripciones, tal y como determina usted en su sentencia, convirtiendo así el mundo en un lugar mucho más agradable.
Sin más, y agradeciéndole de antemano su atención, se despide atentamente, una víbora (evidentemente, en el sentido de ponerme a sus pies), enviándole mis más respetuosos saludos a las zorras de su esposa y madre».
Bien, pues ya me dirás qué te parece a ti, pero yo creo que esta chica ha entendido a la perfección las connotaciones semánticas de la lengua castellanaa las que se refería el señor juez ¿no crees?.
Otro día te cuento más cosas.
Besitos.
Chelo Puente – noviembre, 2012
19 de noviembre de 2012 en 08:17
qué bueno, qué bueno…supongo le habrá quedado todo clarito a Su Señoría y no tenga que recurrir al diccionario para nada. genial, chelo!
19 de noviembre de 2012 en 14:35
Jajajaj, éso espero, marisa, que le haya quedado clarito.
19 de noviembre de 2012 en 09:48
Lo encuentro francamente genial…! Me encanta y me he reído un montón…! Gracias.
19 de noviembre de 2012 en 14:36
Gracias a ti, Josep, por reirte conmigo.
19 de noviembre de 2012 en 14:52
:-))
19 de noviembre de 2012 en 11:18
Ja, ja,ja me encanta la señora Felicitas, tiene toda la razón, je,je,
Besos
Ana
19 de noviembre de 2012 en 14:37
La sabiduría que aporta la edad 🙂
Besos, Ana.
19 de noviembre de 2012 en 14:49
Donde las dan las toman. No hay como conocer el lenguaje. Buenísimo.
19 de noviembre de 2012 en 15:51
Tienes razón, Jorge… el poder de la palabra…
20 de noviembre de 2012 en 09:45
¡Impresionante! jajajajajajaja
20 de noviembre de 2012 en 19:29
Tienes razón, Manoli, es impresionante que puedan ocurrir estas cosas.
20 de noviembre de 2012 en 09:48
Con tu permiso me lo copio Chelo, besos
20 de noviembre de 2012 en 13:46
🙂
20 de noviembre de 2012 en 14:11
Me ha gustado pero si me lo permites, me gustaría hacer un llamamiento en defensa de las zorras, o de las putas, términos que utilizamos con connotaciones despectivas y ofensivas, olvidándonos que:
1. Si se es una puta de profesión, muchas veces no se es por elección, sino que hay una triste historia detrás. Y, aunque lo fuera por elección, no veo el problema.
2. Si nos referimos a una mujer que se acuesta con quien le apetece, entonces no es una puta. Es una mujer que hace lo que le da la gana.
Ni lo uno ni lo otro tienen nada de malo. Es la sociedad (machista y patriarcal) la que estigmatiza a unas y otras.
Y si, claro que me doy cuenta que el termino «zorra» se utilizo para ofender; pero igual si dejáramos de ofendernos cuando nos lo llaman, desaparecería la connotación negativa del termino… claro, que para eso hace falta deshacerse de muchos prejuicios! (De ilusion tambien se vive) 😀
20 de noviembre de 2012 en 19:34
Opino como tú, Adwoa, pero lamentablemente existe una tendencia muy extendida a otorgar de connotaciones peyorativas a palabras o profesiones que no debería tenerla. El problema es que la gente las utiliza como insulto y éso es ofensivo.
No hace mucho publiqué una entrada -que ponía en boca de Mafalda- sobre las diferentes connotaciones que tenían algunas palabras según fueran en femenino o masculino, y desgraciadamente la connotación negativa era siempre para la palabra en femenino.
20 de noviembre de 2012 en 18:39
Muy bueno, Chelo. Me he reído, he disfrutado con la elección de las palabras y, claro, lo he compartido. Señalo, ya que comento después, que Adwoa tiene razón en sus apreciaciones, que «puta» no debería ser más insulto que llamarle a una «frutera» o «secretaria», que deberíamos ser las mujeres las que empezasemos a normalizar determinadas cosas, como es la prostitución voluntaria o la promiscuidad sexual. Estoy de acuerdo también en que es un camino difícil que llevará su tiempo, pero habrá que ir dando pasitos….quizá en dos o tres siglos…..A pesar de todo, y como señala también nuestra amiga, en el juez hubo ánimo de justificar un insulto, ya que esa era la intención del término, por lo que sigo estando de acuerdo con la carta enviada por la amiga de tu amiga. Muxus.
20 de noviembre de 2012 en 19:37
Así es, Libelia, nunca debería justificarse un insulto, porque -como bien dices- ése fue el ánimo del señor juez, justificar lo que no debería justificarse.
Mi abuela decía que no ofende el que quiere, sino el que puede… pero es un camino difícil y, efectivamente, llevará mucho tiempo.
Besos.