Nací en Madrid, a primeros de septiembre en un día de mucho calor, según dice mi madre, cuando aún era verano pero ya habían terminado las vacaciones.
Físicamente no tengo nada destacable, pero me gusto, porque ahora que soy algunas cicatrices más mayor he aprendido a aceptarme tal como soy, imperfecta, ya que todos sabemos que si alguna vez fuimos perfectos fue muy aburrido.
Mentalmente soy observadora, en la seguridad de saber que se aprende mucho más escuchando que hablando.
De pequeña me quería llamar Maripili, como se llamaban casi todas las niñas, pero me llamo Chelo, que viene de Consuelo.
Fue en la etapa de la adolescencia cuando tuve mi primer contacto con la escritura, participando,en el instituto en el que cursaba mis estudios, en un concurso de cuentos, del que fui ganadora. Por eso de jovencita quería ser escritora, era uno de mis sueños. El otro era ser librera y lo fui, aunque el sueño no duró demasiado, por desgracia.
“Daría todo lo que sé por la mitad de lo que no sé” Frase que de no haberla dicho Descartes la habría dicho yo, porque pienso que vivir debería ser un aprendizaje continuo y eso me define como una mujer que está segura de que se aprende de todo y de todas las personas.
Con mi primer libro La bolsa de lana azul, novela publicada a finales de 2015, cumplí ese sueño que creía imposible. En el verano de 2017 publiqué mi segunda novela Alma de cántaro, y en diciembre de 2018 La vida es puro relato, mi tercer libro, en este caso se trata de un compendio de relatos y micro relatos.
Cuando tengo una preocupación, recurro a los versos de J.V. Foix “És quan dormo que hi veig clar…” (Cuando duerno, lo veo claro…) porque con la luz del día todo se ve diferente, desaparecen las tinieblas y triunfa la claridad.
La lectura, la ópera y la escritura: son tres pasiones que acompañan mi vida.
Mi familia, mis amigos y el mar: son tres pasiones que me dan la vida.