-Abrázame mucho rato -dijo ella.
-¿Cuánto tiempo? -preguntó él.
-Hasta que Sócrates sepa algo -contestó ella.
Y él, desconcertado, alargó su abrazo hasta saber qué ocurría con Sócrates.
Ya estoy de vuelta de estas extrañas vacaciones.
Volvemos a leernos, si tú quieres.
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Aprender
que con certeza, nada tengo que no me des,
a conseguir que el corazón se conmueva siempre por el frágil gesto
de la belleza.
Aprender que sólo soy si tú existes, y es esta la medida que quiero y me define.
Aprender para saberse desprender, he aquí el viejo secreto. Aprender...
(Fragmento de "Aprendre", poema de Lluis Llach)