La librería de Chelo

Este es el blog de Chelo Puente, donde descubrirás algo sobre mí a través de las palabras escritas y leídas.


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Abrazo


abrazo-Abrázame mucho rato -dijo ella.
-¿Cuánto tiempo? -preguntó él.
-Hasta que Sócrates sepa algo -contestó ella.
Y él, desconcertado, alargó su abrazo hasta saber qué ocurría con Sócrates.

Ya estoy de vuelta de estas extrañas vacaciones.
Volvemos a leernos, si tú quieres.


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Persecución


La otra tarde estaba yo sentada en una terracita esperando a una amiga cuando de pronto empecé a escuchar la conversación de dos chicas que estaban en la mesa de al lado, y esto fue lo que descubrí.

-¡No sabes lo que me pasó el otro día!
– Ni idea. Cuenta, cuenta.
-Pues que me dediqué a perseguir a mi marido por toda la casa para quitarle la ropa.
-¡Gualaaaa! Ya veo que tenías muchas ganas de sexo -le contestó riendo.
-¡Qué va! Pero si yo lo único que quería era que me diera su ropa porque iba a poner una lavadora de color.
-Jajajajajajajaja -fue la respuesta de la amiga.

Y tuve que contenerme porque me hubiera unido a la sonora carcajada.
chica

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Que se ponga el Presidente


Ayer me llamó una amiga mía muy nerviosa y apurada para preguntarme si yo tenía el teléfono de Pedro Sánchez.

—¿Qué Pedro Sánchez? —le contesté yo con una pregunta— porque yo no conozco a nadie con ese nombre.
—Pues, hija, quién va a ser —me contestó nerviosa—, pues Pedro Sánchez, nuestro Presidente.

Sí, sí, como lo oís… ¡el Presidente!,  y yo no daba crédito a lo que me decía.

—¡En qué cabeza cabe que yo vaya a tener el teléfono del Presidente de todas las españas! —le dije con los ojos como los de ese búho que es el que todo lo sabe. Yo pensé que mi amiga se había trastornado con estos meses de confinamiento, por eso seguí insistiendo, para cerciorarme de que no era así.
—¿Y para qué quieres tú hablar con el Presidente? si puede saberse.
—Para preguntarle una cosa —me contestó.
—¿Qué cosa es esa que es tan importante como para preguntársela al Presidente? —yo no iba a parar hasta enterarme.
—Pues que si este verano, los de Madrid, vamos a poder ir a la playa —me soltó de golpe, a bocajarro.
—¡Mujer! eso dependerá de cómo nos vaya en las fases de la desescalada —le dije yo tratando de apaciguarle—. En cualquier caso el Presidente tampoco lo sabrá, todo dependerá de lo que digan los expertos sanitarios. Pero tampoco es una cosa que ahora mismo nos deba preocupar ¿no crees?
—A mí me preocupa muchísimo y por eso necesito que el Presidente me diga si vamos a poder ir a la playa o no —me dijo casi sin respirar.
—¿Y por qué lo necesitas saber ya, con esta urgencia?
—¡Muy fácil! Para saber si tengo que empezar la operación biquini o no, porque dime tú para qué vamos a hacer la operación biquini si luego no podemos ir a la playa ¡eh! Dime tú de qué nos va a servir el sacrificio —por un momento pensé que se iba a echar a llorar, porque verdaderamente la noté muy preocupada.

En el fondo, creo que mi amiga tiene razón, que se ha convertido en una urgencia hablar con el Presidente y que nos resuelva esta duda.

playa

Atardecer en el Mediterráneo

 


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Hoy llueve


Desde la parada del autobús veo la Universidad aún vacía. Solo de vez en cuando algún alumno cruza por el campus, quizá ultimando los trámites finales de su matrícula, o escogiendo alguna asignatura de elección dudosa.
Hoy llueve y el cielo está muy gris, es un día preludio del otoño. A mí me asalta la nostalgia y el recuerdo de aquellos años, ya lejanos, cuando esperaba expectante el inicio de un nuevo curso universitario.

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Feliz 2019 y más…


Cuando suenen las campanadas que anuncian el final de este año y el inicio del próximo, pensaré en cada una de las personas que han pasado por mi vida y por las que en algún momento habéis pasado por aquí, pero sobre todo pensaré en ti… sí, sí, en ti que vienes cada día a visitarnos y a regalarnos tu comentario o tu me gusta, porque tú eres la luz que ilumina este rincón donde todos sois bien recibidos. 

Por eso os doy las GRACIAS y os deseo TODO LO MEJOR.

¡Feliz 2019, queridas amigas y amigos!

barcelona


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Mamá, ya no soy feminista.


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Cómo me gustaría que un día mis nietas dijeran esta frase: Mamá, ya no soy feminista, porque no hace falta, porque ya no es necesario, porque me encantaría que un día este vocablo desapareciera del diccionario por desuso de su significado.

Me viene a la memoria que esto es como lo del Día de la lucha contra el cáncer, Día de los derechos de los niños, Día contra el maltrato, etc. Si necesitamos tener un Día de… es que algo va mal.

mujeresHoy, que es otro Día de… la mujer, en este 8 de marzo, pienso en que no es necesario tener el Día del hombre y eso quiere decir muchas cosas. Quiere decir que aún hoy soy feminista, hace falta que sea feminista, que tengo que ser feminista porque es mi obligación como ciudadana y como mujer que lucha por sus derechos, para que estos no sean mejores que los del hombre sino iguales, de derecho y de hecho.

Cuando la brecha salarial sigue siendo una realidad latente, cuando el acceso de la mujer a los círculos de poder no está vetado de derecho pero sí de hecho, cuando siguen existiendo los techos de cristal, cuando se piensa en la conciliación de la vida profesional-familiar para las mujeres, cuando algún juez sigue preguntando por qué iba sola a esas horas de la madrugada, o si no piensa usted, señorita, que con ese atuendo iba demasiado provocativa… cuando todo esto sigue ocurriendo cada día, no puedo ser otra cosa que feminista, feminista hasta la médula. Pero es que si fuera hombre tampoco podría ser otra cosa que feminista.

olaya-y-juliaPero, sobre todo  tengo que ser feminista cuando 16 mujeres han sido asesinadas a manos de sus parejas o exparejas en las escasas cuatro semanas que hacía que había empezado este siniestro 2017 para la violencia machista. Con este dato tan siniestro ¿puedo ser otra cosa que no sea feminista?.

Yo no sé donde está la solución, ni creo que exista una solución mágica, pero sí dónde no está: no está en la dejadez de la educación, no está en que se sigan admitiendo chistes machista, homófobos y peor aún insultos y violencia verbal e incluso física. La solución no está en aquello de la maté porque era mía, porque eso no es amor, ni nada que se le parezca. No, amigo hombre, no eres más hombre porque te hagas el machote.

En fin, cuidemos nuestro lenguaje, nuestros gestos y nuestros ejemplos porque somos el espejo en el que se miran nuestros jóvenes y nuestros niños, y con el esfuerzo de toda la sociedad ojalá llegue el día en que mis nietas puedan decir esta anhelada frase: Mamá, ya no soy feminista.

Dedicado a todas las  mujeres del mundo: madres, hijas, nietas, hermanas, amigas, suegras, nueras, primas, sobrinas, tías, abuelas y bisabuelas, y en especial a las de mi familia y mi entorno de amigos porque todas ellas, cada una en su estilo, son feministas y luchan por la igualdad de derechos.

 


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Otra vida es posible


manoComo cada tarde la doctora Martín, antes de comenzar su consulta de Pediatría, examinaba la lista de niños a los que atendería hoy. Los conocía a todos, porque las consultas de los niños, sobre todo la de los bebés, eran periódicas, primero semanales, después quincenales y luego mensuales. Revisando su lista observó que esa tarde vería al bebé de María y eso la inquietó, no por el bebé, que tenía ya tres meses y crecía sano, sino por la joven madre.  

Venía observando que María -en las últimas consultas- siempre tenía alguna señal de haber recibido un golpe, y ella como médico sabía que no eran casuales, temía que fueran señales de maltrato. El último día, con la delicadeza y el tacto que requería un hecho así, se atrevió a hablar con ella y a decirle que podía ayudarla a solucionar el problema que creía estaba sufriendo. María, azorada sólo le dijo que se había dado un golpe porque iba distraída, nada más. Pero Julia sabía por las tonalidades de los hematomas, que no era cierto, que esos tonos diferentes indicaban golpes en momentos distinto. 

Con estos pensamientos, comenzó la consulta. Cuando le tocó el turno al bebé de María, entró en la consulta un señor mayor, pero no anciano. Julia se sorprendió, pensando que quizá era un error de su lista, pero el señor la saludó. Se sentó, y amable y respetuosamente le dijo… 

– Mire, doctora Julia, me ha dicho mi hija que usted le anda preguntando por los moratones que tiene, y yo he venido hoy -sin que lo sepa ella- a agradecerle su interés y a decirle a usted, que no se preocupe, que no va a haber más moratones, pero usted déjeme que yo arregle ésto como lo arreglamos nosotros… hablando claramente y diciéndole que se largue. No voy a consentir que mi hija siga sufriendo.

Unas semanas después, volvió a consulta María con su bebé, los moratones casi habían desaparecido y no volvió a tener ninguno más. 

Tres años después, María llegó a la consulta con su niño, iba acompañada de un chico que llevaba al pequeño David de la mano, y le dijo a la doctora…

– Mire, doctora Julia, éste es Juan. El nuevo padre de David.

Y fue entonces cuando el crío, lleno de alegría, le dijo… ¡¡Tengo papi, tengo papi!!.