Hoy he acudido a los versos de la gran poeta y amiga
MARÍA G. VICENT
con un poema que hoy le quiero dedicar a una persona muy apreciada por mí,
que nos ha dejado demasiado joven, en una noche mientras el cielo se poblaba de estrellas.
En el recuerdo quedan las temporadas de conciertos de música clásica, las cenas de después, las conversaciones,
alguna tarde de cine, las comidas del día de Reyes, los fines de semana de intercambio de niños
y otras cosas más, que vivimos mientras éramos más jóvenes.
EL ALMA
Mañana naceré, hoy se muere el alma.
Mis ojos descubren la senda trazada
en un largo año lleno de nostalgia.
Nostalgia de un sueño y vidas pasadas.
Mañana naceré, hoy no queda nada.
Mi boca se cierra, sedienta, cansada
de falsas promesas, de besos de agua,
de caricias locas y sonrisas vanas.
Mañana naceré, hoy no queda nada.
Mis manos abiertas buscan la mañana.
La vida, la luz, la pasión, la calma.
Mañana naceré,
nacerá mi alma.
¡Buen viaje, mujer valiente, que el universo te acoja!
1 de julio de 2020 en 04:01
Un homenaje muy sentido por tu querida amiga.De seguro que se hubiese sentido muy feliz de recibir tus versos. Un gran abrazo y estoy contigo en tu pesar.
Manuel
1 de julio de 2020 en 09:21
Gracias, Manuel.
Un abrazo.
1 de julio de 2020 en 07:43
Si, querida Chelo, algo de nosotros se va con ellos, pero siempre vivirán en nuestro corazón. Un gran abrazo.
1 de julio de 2020 en 09:22
Así es el ciclo de la vida, amiga.
Besos, versos y abrazo.
1 de julio de 2020 en 13:15
Son muy bonitos los versos de María.
Siento que esa persona que querías ya no esté.
Un abrazo
1 de julio de 2020 en 14:23
Muchas gracias, Eva.
Un abrazo.
2 de julio de 2020 en 17:31
Muy hermoso tu homenaje y tu sentido recuerdo; los versos de María son muy bellos como siempre. Un abrazo querida Chelo
2 de julio de 2020 en 19:57
Todo el poemario es una preciosidad.
Un abrazo, Bárbara.