La librería de Chelo

Este es el blog de Chelo Puente, donde descubrirás algo sobre mí a través de las palabras escritas y leídas.


2 comentarios

Día Mundial contra la violencia de género


violencia

Hoy, día 25 de noviembre de 2019, volvemos a conmemorar el Día Mundial contra la violencia de género, porque sigue existiendo, porque no podemos bajar la guardia, porque no podemos mirar hacia otro lado, y para este día he elegido un poema de Leha que es tremendo, duro, tremendo e imprescindible para tomar conciencia.

SILENCIO LETAL

Mis cuerdas se enredan y ya no me sostengo.
A Dios le tiembla el pulso
y el infierno arde tras la puerta.
Estoy sola.
Me siento sola.
El miedo tiene rostro,
jadea en mi espalda cada noche
me somete y me amordaza,
tensa mis cuerdas hasta arrancarme la voluntad,
las fuerzas de salir corriendo
terminar con ésto.

Correr…

Correr sin importar dónde
añoro los cielos abiertos, los campos inmensos
bocanadas de aire vibrándome en el cuerpo…

Pero soy cobarde, por eso al girar la llave,
un nudo atado a mi cuello
deshace mis pasos de nuevo
y vuelvo para seguir pagando el tributo a mi error,
el de haber querido ver algo parecido al amor,
en alguno de sus actos,
en su asfixiante control,
en su sibilino desprecio.

Hace tiempo perdí la voz
dejé de creer en los milagros
de que alguien venga y me salve,
me arranque de mi propia vida,
del pecado de ser quien soy;
una mujer que ha perdido su identidad
y que desde hace mucho tiempo
no se reconoce en el espejo.

Me avergüenza mi cara marcada,
me avergüenzo del puño cerrado hundiéndose en mi estómago
me avergüenzo de mis lágrimas…

porque cuando salgo todos miran
¡me miran!
después, bajan la mirada
… y callan.


2 comentarios

Día Internacional contra la violencia a las mujeres 2018


manoHoy es uno de esos días que no me gustaría que existieran.

En el Día Internacional contra la violencia a las mujeres, digo:

NINGUNA MÁS Y NINGUNA MENOS

Luchemos para erradicar este Día. Estemos todos atentos para detectar el maltrato y nunca miremos hacia otro lado.

¡Hacedlo por nosotras!

 


9 comentarios

Otra vida es posible


manoComo cada tarde la doctora Martín, antes de comenzar su consulta de Pediatría, examinaba la lista de niños a los que atendería hoy. Los conocía a todos, porque las consultas de los niños, sobre todo la de los bebés, eran periódicas, primero semanales, después quincenales y luego mensuales. Revisando su lista observó que esa tarde vería al bebé de María y eso la inquietó, no por el bebé, que tenía ya tres meses y crecía sano, sino por la joven madre.  

Venía observando que María -en las últimas consultas- siempre tenía alguna señal de haber recibido un golpe, y ella como médico sabía que no eran casuales, temía que fueran señales de maltrato. El último día, con la delicadeza y el tacto que requería un hecho así, se atrevió a hablar con ella y a decirle que podía ayudarla a solucionar el problema que creía estaba sufriendo. María, azorada sólo le dijo que se había dado un golpe porque iba distraída, nada más. Pero Julia sabía por las tonalidades de los hematomas, que no era cierto, que esos tonos diferentes indicaban golpes en momentos distinto. 

Con estos pensamientos, comenzó la consulta. Cuando le tocó el turno al bebé de María, entró en la consulta un señor mayor, pero no anciano. Julia se sorprendió, pensando que quizá era un error de su lista, pero el señor la saludó. Se sentó, y amable y respetuosamente le dijo… 

– Mire, doctora Julia, me ha dicho mi hija que usted le anda preguntando por los moratones que tiene, y yo he venido hoy -sin que lo sepa ella- a agradecerle su interés y a decirle a usted, que no se preocupe, que no va a haber más moratones, pero usted déjeme que yo arregle ésto como lo arreglamos nosotros… hablando claramente y diciéndole que se largue. No voy a consentir que mi hija siga sufriendo.

Unas semanas después, volvió a consulta María con su bebé, los moratones casi habían desaparecido y no volvió a tener ninguno más. 

Tres años después, María llegó a la consulta con su niño, iba acompañada de un chico que llevaba al pequeño David de la mano, y le dijo a la doctora…

– Mire, doctora Julia, éste es Juan. El nuevo padre de David.

Y fue entonces cuando el crío, lleno de alegría, le dijo… ¡¡Tengo papi, tengo papi!!.