Con el mes de junio recién estrenado, qué mejor manera de celebrarlo que hacerlo con un poema del poeta zamorano de la Generación del 50
CLAUDIO RODRÍGUEZ
Su actitud contemplativa de la naturaleza le une a los místicos y se siente influido por Rimbaud.
UN VIENTO
Dejad que el viento me traspase el cuerpo y lo ilumine. Viento sur, salino, muy soleado y muy recién lavado de intimidad y redención, y de impaciencia. Entra, entra en mi lumbre, ábreme ese camino nunca sabido: el de la claridad. Suena con sed de espacio, viento de junio, tan intenso y libre que la respiración, que ahora es deseo me salve. Ven conocimiento mío, a través de tanta materia deslumbrada por tu honda gracia. Cuán a fondo me asaltas y me enseñas a vivir, a olvidar, tú, con tu clara música. Y cómo alzas mi vida muy silenciosamente, muy de mañana y amorosamente con esa puerta luminosa y cierta que se me abre serena porque contigo no me importa nunca que algo me nuble el alma.
Con mis mejores deseos de felicidad para los próximos 365 días, y con el agradecimiento más sincero por vuestras visitas y comentarios.
Sin vosotros este rincón no tendría sentido.
Os abrazo y nos vemos a la vuelta.
Hoy celebramos este miércoles de poesía con un poema de
JULIE SOPETRÁN
porque venimos de la noche y hemos despertado entre versos.
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DESPERTAR
Hoy vengo de la noche de un sueño interminable; de la sombra que bulle en las manos del viento cual si fuera un milano fracturado de besos soplado por el hálito del destino fugaz…
Hoy vengo de aquel tacto de luz, desvanecida que oscila entre los guiños de andaduras solares cuando, en amanecida el destello es halago que deja en la mirada su tacto de aguacero…
Para este miércoles de poesía recurro a los versos del músico gallego y especialista en arpa celta
EMILO CAO
del que además os dejo un trocito de su música.
S O S
Nos fuimos quedando solos el mar, el barco y nosotros. Nos robaron el sol. El paquebote esmaltado que cosía con líneas de humo ágiles cuadros sin marco. Nos robaron el viento. Aquel velero que se evadía por la cuerda floja del horizonte. Este océano desatracó de las costas y los vientos de la Roseta se orientaron al olvido. Nuestras soledades vienen de tan lejos como las horas del reloj pero también sabemos la maniobra de los navíos que fondean. A sotavento de una singladura en el cuadrante estático de las estrellas quedó parada esta hora. El cadáver del mar hizo del barco un ataud humo de pipa, saudade noche, silencio, frío Y quedamos nosotros solos sin el mar y sin el barco. Nosotros.
Porque también en otoño quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos.
Y para ello, nada mejor que recurrir a los versos del gran
PABLO NERUDA
en este primer miércoles de octubre.
POEMA 14
Juegas todos los días con la luz del universo. Sutil visitadora, llegas en la flor y en el agua. Eres más que esta blanca cabecita que aprieto como un racimo entre mis manos cada día. A nadie te pareces desde que yo te amo. Déjame tenderte entre guirnaldas amarillas. Quién escribe tu nombre con letras de humo entre las estrellas del sur? Ah déjame recordarte cómo eras entonces, cuando aún no existías.
De pronto el viento aúlla y golpea mi ventana cerrada. El cielo es una red cuajada de peces sombríos. Aquí vienen a dar todos los vientos, todos. Se desviste la lluvia.
Pasan huyendo los pájaros. El viento. El viento. Yo sólo puedo luchar contra la fuerza de los hombres. El temporal arremolina hojas oscuras y suelta todas las barcas que anoche amarraron al cielo.
Tú estás aquí. Ah tú no huyes. Tú me responderás hasta el último grito. Ovíllate a mi lado como si tuvieras miedo. Sin embargo alguna vez corrió una sombra extraña por tus ojos.
Ahora, ahora también, pequeña, me traes madreselvas, y tienes hasta los senos perfumados. Mientras el viento triste galopa matando mariposas yo te amo, y mi alegría muerde tu boca de ciruela.
Cuanto te habrá dolido acostumbrarte a mí, a mi alma sola y salvaje, a mi nombre que todos ahuyentan. Hemos visto arder tantas veces el lucero besándonos los ojos y sobre nuestras cabezas destorcerse los crepúsculos en abanicos girantes.
Mis palabras llovieron sobre ti acariciándote. Amé desde hace tiempo tu cuerpo de nácar soleado. Hasta te creo dueña del universo. Te traeré de las montañas flores alegres, copihues, avellanas oscuras, y cestas silvestres de besos.
Quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos.
Por una de aquellas casualidades que a veces ocurren, Leo Leike recibe un mail de una desconocida Emmi Rothner, solicitando darse de baja de una suscripción. A los pocos días recibe otro, reiterando la petición, por lo que Leo decide contestarla, con un mail ciertamente ingenioso, que pone al descubierto el error de Emmi, y hace que continúen escribiéndose.
A lo largo del tiempo, apenas conocen nada de sus vidas el uno del otro; Emmi es una diseñadora de páginas web, casada y con dos hijos; Leo es profesor de Universidad y acaba de concluir una relación estable, y ninguno de los dos quiere que el otro entre en su vida personal, no desean que su «intimidad» sea invadida. Sin embargo, llegan a un nivel de intimidad en sus mails que solo es posible al sentirse a salvo, protegidos tras la pantalla de su ordenador. Mensajes ingeniosos, divertidos, irónicos, sarcásticos, sinceros, íntimos y algunos eróticos, liberando un juego de seducción entre ambos.
No se conocen personalmente, a pesar de vivir en la misma ciudad, y aplazan cada momento en que deciden conocerse, quizá por miedo a defraudar, quizá por miedo a que desaparezca la magia. Finalmente conciertan una cita, y, ¿qué ocurre?…,¡no os penséeis que os lo voy a decir! lo tenéis que descubrir vosotros si os interesa el argumento de Contra el viento del norte.
Creo que el Hamburger Abendblatt lo definió perfectamente, diciendo de este libro que es «un juego espléndido sobre la fantasía y la imaginación».
¿Qué nos propone Daniel Glattauer cuando se está a punto de cumplir los 50?, ¿es la red un vehículo para canalizar esas emociones y sentimientos difíciles de expresar en persona?, ¿la pantalla de nuestro ordenador nos protege?, ¿nos hace más atrevidos, más emotivos, más sinceros, más libres?, ¿es el mundo virtual un lugar seguro para los deseos secretos?, en definitiva, ¿el mundo virtual nos convierte en un poco cyran@s?, pues si es así…¡Bienvenid@s tod@s l@s cyran@s que son capaces de poner un poco de magia en un mail que nos alegre el día!
Hoy, que Google nos recuerda que se cumple el 146 aniversario del nacimiento del poeta nicaragüense Rubén Darío, máximo representante del Modernismo literario, le recuerdo con este cuento-poema o poema-cuento infantil, que dedicó a la hija de cinco años del médico Luis H. Debayle Margarita, y que a mí me trae buenísimos recuerdos.
Margarita
Margarita está linda la mar, y el viento, lleva esencia sutil de azahar; yo siento en el alma una alondra cantar; tu acento: Margarita, te voy a contar un cuento:
Esto era un rey que tenía un palacio de diamantes, una tienda hecha de día y un rebaño de elefantes, un kiosko de malaquita, un gran manto de tisú, y una gentil princesita, tan bonita, Margarita, tan bonita, como tú.
Una tarde, la princesa vio una estrella aparecer; la princesa era traviesa y la quiso ir a coger.
La quería para hacerla decorar un prendedor, con un verso y una perla y una pluma y una flor.
Las princesas primorosas se parecen mucho a ti: cortan lirios, cortan rosas, cortan astros. Son así.
Pues se fue la niña bella, bajo el cielo y sobre el mar, a cortar la blanca estrella que la hacía suspirar.
Y siguió camino arriba, por la luna y más allá; más lo malo es que ella iba sin permiso de papá.
Cuando estuvo ya de vuelta de los parques del Señor, se miraba toda envuelta en un dulce resplandor.
Y el rey dijo: «¿Qué te has hecho? te he buscado y no te hallé; y ¿qué tienes en el pecho que encendido se te ve?».
La princesa no mentía. Y así, dijo la verdad: «Fui a cortar la estrella mía a la azul inmensidad».
Y el rey clama: «¿No te he dicho que el azul no hay que cortar?. ¡Qué locura!, ¡Qué capricho!… El Señor se va a enojar».
Y ella dice: «No hubo intento; yo me fui no sé por qué. Por las olas por el viento fui a la estrella y la corté».
Y el papá dice enojado: «Un castigo has de tener: vuelve al cielo y lo robado vas ahora a devolver».
La princesa se entristece por su dulce flor de luz, cuando entonces aparece sonriendo el Buen Jesús.
Y así dice: «En mis campiñas esa rosa le ofrecí; son mis flores de las niñas que al soñar piensan en mí».
Viste el rey pompas brillantes, y luego hace desfilar cuatrocientos elefantes a la orilla de la mar.
La princesita está bella, pues ya tiene el prendedor en que lucen, con la estrella, verso, perla, pluma y flor.
Margarita, está linda la mar, y el viento lleva esencia sutil de azahar: tu aliento.Ya que lejos de mí vas a estar, guarda, niña, un gentil pensamiento al que un día te quiso contar un cuento.