Una semana más nos encontramos con otro miércoles… de POESÍA y hoy nos acercamos a ella a través de un poema reciente de nuestra querida
MARÍA G. VICENT
un poema que, como nos tiene acostumbrados, refleja un sentimiento que estos días nos aflora a todos los que vivimos, llenos de esperanza,
la primavera desde casa.
EL AIRE PROMETE PRIMAVERA
Sobre mí un cielo blanco, en mi piel, el aire promete primavera.
A mis pies las calles se abrazan en su soledad dibujando senderos que no conocen destinos.
En las ventanas, como ojos curiosos las cortinas aletean preservando los secretos.
Mientras los abrazos viajan en alas del pensamiento buscando otras ausencias.
Y las mentes, las mentes, precisan tatuarse los recuerdos en este mundo de cantos de sirena.
Todo es silencio en un paisaje que busca con anhelo encontrar un sentido.
¿Por qué mi esperanza se hace añicos, en un aire que promete primavera?
Para este miércoles de poesía recurro a los versos del músico gallego y especialista en arpa celta
EMILO CAO
del que además os dejo un trocito de su música.
S O S
Nos fuimos quedando solos el mar, el barco y nosotros. Nos robaron el sol. El paquebote esmaltado que cosía con líneas de humo ágiles cuadros sin marco. Nos robaron el viento. Aquel velero que se evadía por la cuerda floja del horizonte. Este océano desatracó de las costas y los vientos de la Roseta se orientaron al olvido. Nuestras soledades vienen de tan lejos como las horas del reloj pero también sabemos la maniobra de los navíos que fondean. A sotavento de una singladura en el cuadrante estático de las estrellas quedó parada esta hora. El cadáver del mar hizo del barco un ataud humo de pipa, saudade noche, silencio, frío Y quedamos nosotros solos sin el mar y sin el barco. Nosotros.
Un miércoles más nos sumergimos en la magia de la poesía. Hoy dedicaremos unos minutos a disfrutar de los versos de nuestra amiga
LUISA LÓPEZ GÓMEZ
con este poema de su poemario Soledad no elegida, sentimientos desconocidos.
NO FUE UN SUEÑO
Desplegaste tus alas, y con tu abrazo envolviste todo mi ser. Tu sonrisa seguía reflejada en mis ojos al despertar de mi sueño, desde entonces, la llevo siempre conmigo dibujada en mis labios.
El vino de la soledad narra la historia de la pequeña Elena de los ocho años a la mayoría de edad, desde Ucrania hasta San Petersburgo, Finlandia y finalmente París, donde la familia se instala tras el estallido de la revolución rusa, en un recorrido paralelo al que realiza la propia Irène Némirovsky. La madre de Elena, una mujer bella y frívola de origen noble, desprecia a su marido, un potentado judío, y a su hija. Tras la muerte de la institutriz francesa de Elena, la vida de la niña se vuelve aún más difícil, pues su madre instala en la casa a su amante, un primo quince años más joven que ella. No obstante, el tiempo convierte a Elena en una joven hermosa, y el día que descubre que atrae al amante de su madre, comprende que ha llegado el momento de vengarse.
Creo que ya os he contado que mi primer encuentro con la magnífica Iréne Némirovsky fue con su novela corta El baile y desde entonces sigo fascinada por su forma de escribir. Precisamente es junto con El baile, esta novela de El vino de la soledad las dos más autobiográficas de la autora, porque también ella tuvo una madre frívola y desequilibrada y un padre ausente.
Irène Némirovsky
Son impactantes sus descripciones sobre las ciudades en las que vive Elena. La forma de transmitirnos el frío, la oscuridad, la ausencia de sol de estas ciudades, es impecable y nos llega hasta muy dentro, hasta el punto de hacernos sentir ese frío glacial, como una metáfora del frío glacial de la relación de Elena con su madre.
También de forma magistral asistimos a la evolución psicológica de Elena, además de a su evolución física que la convierte en una joven bella, pero con un sentimiento implacable de venganza en su vida de soledad. Y pienso que es la soledad, junto a una crítica feroz hacia esa sociedad frívola y banal, los dos temas fundamentales de la novela.
Con un final, no sé si inesperado, pero sí impactante, nos parece entregar un rayo de esperanza, cuando Elena desaparece bajo el Arco del Triunfo de París, quizá -de forma simbólica- con el firme propósito de una nueva vida totalmente diferente a la que ha vivido hasta entonces.
Igual que las novelas anteriores que he leído de ella, es fascinante y seguiré leyéndola y dejándome seducir por sus palabras.
Todo el problema de la vida es éste: cómo romper la propia soledad, cómo comunicarse con otros, escribió en su diario Cesare Pavese, y su respuesta a esta reflexión fue dedicarse con entrega a la literatura.
«Entre ellos había un espacio compartido de confines imprecisos en el que nada parecía faltar, en el que flotaba un aire puro y sereno…»
Paolo Giordano (Turín, 1982)
Este libro -pura poesía- que nos regaló el jovencísimo físico teórico Paolo Giordanoen 2009, habla del amor, esa extraña situación que siempre es especial, pero que entre algunas personas se hace casi imposible, porque son dos vidas que van en paralelo pero no logran juntarse, porque no son normales y corrientes, porque son muy especiales, como les ocurre a Alice y Mattia (protagonistas de la novela), como les ocurre a los números primos…
«…ocupan su sitio en la infinita serie de los números naturales… son números solitarios, sospechosos, y por eso encantaban a Mattia, que unas veces pensaba que en esa serie figuraban por error, como perlas ensartadas en un collar, y otras veces que también ellos querrían ser como los demás, números normales y corrientes, y que por alguna razón no podían…”
Fragmentos extraídos del libro La soledad de los números primos
Paolo Giordano – Turín, 1982.