-Abrázame mucho rato -dijo ella.
-¿Cuánto tiempo? -preguntó él.
-Hasta que Sócrates sepa algo -contestó ella.
Y él, desconcertado, alargó su abrazo hasta saber qué ocurría con Sócrates.
Ya estoy de vuelta de estas extrañas vacaciones.
Volvemos a leernos, si tú quieres.