La librería de Chelo

Este es el blog de Chelo Puente, donde descubrirás algo sobre mí a través de las palabras escritas y leídas.


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Que se ponga el Presidente


Ayer me llamó una amiga mía muy nerviosa y apurada para preguntarme si yo tenía el teléfono de Pedro Sánchez.

—¿Qué Pedro Sánchez? —le contesté yo con una pregunta— porque yo no conozco a nadie con ese nombre.
—Pues, hija, quién va a ser —me contestó nerviosa—, pues Pedro Sánchez, nuestro Presidente.

Sí, sí, como lo oís… ¡el Presidente!,  y yo no daba crédito a lo que me decía.

—¡En qué cabeza cabe que yo vaya a tener el teléfono del Presidente de todas las españas! —le dije con los ojos como los de ese búho que es el que todo lo sabe. Yo pensé que mi amiga se había trastornado con estos meses de confinamiento, por eso seguí insistiendo, para cerciorarme de que no era así.
—¿Y para qué quieres tú hablar con el Presidente? si puede saberse.
—Para preguntarle una cosa —me contestó.
—¿Qué cosa es esa que es tan importante como para preguntársela al Presidente? —yo no iba a parar hasta enterarme.
—Pues que si este verano, los de Madrid, vamos a poder ir a la playa —me soltó de golpe, a bocajarro.
—¡Mujer! eso dependerá de cómo nos vaya en las fases de la desescalada —le dije yo tratando de apaciguarle—. En cualquier caso el Presidente tampoco lo sabrá, todo dependerá de lo que digan los expertos sanitarios. Pero tampoco es una cosa que ahora mismo nos deba preocupar ¿no crees?
—A mí me preocupa muchísimo y por eso necesito que el Presidente me diga si vamos a poder ir a la playa o no —me dijo casi sin respirar.
—¿Y por qué lo necesitas saber ya, con esta urgencia?
—¡Muy fácil! Para saber si tengo que empezar la operación biquini o no, porque dime tú para qué vamos a hacer la operación biquini si luego no podemos ir a la playa ¡eh! Dime tú de qué nos va a servir el sacrificio —por un momento pensé que se iba a echar a llorar, porque verdaderamente la noté muy preocupada.

En el fondo, creo que mi amiga tiene razón, que se ha convertido en una urgencia hablar con el Presidente y que nos resuelva esta duda.

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Atardecer en el Mediterráneo

 


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El faro de las orcas


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Cartel de la película

Título original: EL FARO DE LAS ORCAS
Año: 2016
Duración: 110 min.
País: España
Director: Gerardo Olivares
Guión: Gerardo Olivares, Lucía Puenzo, Shallua Sehk
(Basado en la novela de Roberto Bubas)
Música: Pascal Gaigne
Fotografía: Óscar Durán
Reparto: 
Maribel Verdú, Joaquín Furriel, Joaquín Rapalini Olivella, Ana Celentano, Osvaldo Santoro, Federico Barga, Ciro Miro, Alan Juan Pablo Moya, Zoe Hochbaum, Juan Antonio Sánchez
Productora: Coproducción España-Argentina; Historias Cinematograficas Cinemania / Wanda Visión S.A.

Lola viaja con su hijo autista, Tristán, hasta el fin del mundo para encontrarse con Beto, un guardafauna que tiene una relación muy especial con las orcas salvajes en la Patagonia Argentina. El motivo del viaje es que Tristán ha mostrado una extraña empatía y respuesta de estímulos ante la visión de las orcas.

La determinación de Lola de luchar por la mejora de su hijo, la peculiar personalidad de Tristán y su relación con la naturaleza harán que la vida de todos ellos cambie para siempre.

Tenía muchas ganas de ver esta película desde el momento en que supe que se iba a estrenar. Me intrigaba saber cómo había resuelto Gerardo Olivares esta historia -que está basada en un hecho real- sin que pareciera un documental sobre orcas.

Frente a la reticencia de Beto ante la posibilidad de que Lola y Tristán se queden en el faro, nos encontramos con la esperanza de Lola, que tiene una fe ciega en que su hijo autista puede mejorar y responder a este estímulo que le ofrece la naturaleza.

Me gustaría destacar la magnífica fotografía de Óscar Durán con la que nos ha mostrado momentos mágicos de la vida de las orcas y su acercamiento y caza de los leones marinos en ese lejano lugar que es la Patagonia argentina, con playas espectaculares y acantilados de vértigo.

Un hombre (magnífica la interpretación de Joaquín Furriel) y una mujer (la siempre estupenda Maribel Verdú) que cargan con un pasado que les ha moldeado, y un niño (espectacular la interpretación del pequeño Joaquín Rapalini Olivella) inmerso en un mundo interior del que apenas puede salir para mostrar leves signos de respuesta a estímulos. Estos son los tres protagonistas de la historia, a los que hay que añadir un cuarto: la Naturaleza. La naturaleza inmensa, voraz, inhóspita, agresiva, cruel y salvaje pero al mismo tiempo llena de belleza y de efecto sanador y salvador.

Hay personas que dicen que la película les ha resultado un poco lenta y yo estoy de acuerdo, pero a mí, en este caso, me parece una virtud. Para mí era necesario que el ritmo fuese lento para poder disfrutar de cada escena, de cada fotografía, recrearme en cada momento. No hubiera podido asimilar tanta inmensidad a un ritmo más acelerado.

No perdáis la ocasión de ir a ver EL FARO DE LAS ORCAS y de disfrutar del lado más bello y más salvaje de la naturaleza, de la vida de las orcas y el mar en estrecha conjunción con el hombre.

maribel

 

 


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Playa


Manuel Altolaguirre 1905 -1959

Manuel Altolaguirre
1905 -1959

Despertamos un miércoles más
con un poema que el poeta malagueño

MANUEL ALTOLAGUIRRE

dedicó a Federico García Lorca.

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PLAYA

Las barcas de dos en dos,
como sandalias del viento
puestas a secar al sol.

Yo y mi sombra, ángulo recto.
Yo y mi sombra, libro abierto.

Sobre la arena tendido
como despojo del mar
se encuentra un niño dormido.

Yo y mi sombra, ángulo recto.
Yo y mi sombra, libro abierto.

Y más allá, pescadores
tirando de las maromas
amarillas y salobres.

Yo y mi sombra, ángulo recto.
Yo y mi sombra, libro abierto.


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Hijas protectoras


Paseo a la orilla del mar Joaquín Sorolla - 1863-1923

Paseo a la orilla del mar
Joaquín Sorolla – 1863-1923

 

Una mañana, en la playa, mientras me entregaba con placer a un sol mediterráneo y matutino, asistí a la conversación de una hija de treinta y muchos, con su madre de sesenta y muchos…

– Ya estás otra vez con eso -dice la hija.
– Ay, hija! Ya sabes que me gusta mucho leer.

– Ya, pero no leas eso mamá, por favor -dice la hija indignada.
– Yo leo de todooo!! -apostilla la madre.
– Sí, pero… TODO DE LO MISMO!!
– Me gusta… ¿qué pasa?, cada uno tiene su gusto.

– Pues pasa que esas lecturas, te dejan como atontada -continúa la hija.
– No sé por qué dices éso.
– Pues porque luego te crees que eres la protagonista, y pretendes que papá sea un caballero del highlander ese, y vamos…
– Anda, déjame, que está muy interesante -le dice cariñosamente la madre  con una sonrisa.

La madre lee En busca del highlander, una novela romántica de Sherryl Kenyon, y la hija Mal de escuela un ensayo de Daniel Pennac, y la imagino profesora de chicos adolescentes, preparándose para la vuelta al cole.

Viendo que no tiene nada que hacer, la hija vuelve a abrir su libro, con la seguridad de que tiene la batalla perdida, y ambas se entregan a sus respectivas lecturas, y yo me quedo pensando que es fundamental separar la ficción de la realidad, aunque, muchas veces la realidad supere la ficción.

2014 © chelopuente


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Mamás ingeniosas


malaguetaUna mañana, estaba en la playa con mi melena pelirroja de entonces al viento y a pocos metros de mí, estaban sentadas una mamá con su niña de unos siete u ocho años. La niña, sentada en la arena, leía con atención Cuaderno de besos (magnífica elección, pensé) y la mamá miraba el mar con ojos soñadores, quizá recordando un amor perdido, quizá pensando en un amor ausente.

De repente, la niña levantó la vista de su libro, y se me quedó mirando, mientras le dijo a su mamá en voz suficientemente alta para que yo la oyera.

– Mira mamá, lleva el biquini a juego con el pelo!! – y me señala con su dedito delator.
– Ssiiissshh, calla… – le dice la mamá, apurada.
Para quitarle el apuro a la madre, me dirijo a la niña…
– Claro! Cada día -según el biquini que lleve- me pongo el pelo del mismo color -le digo sonriente.
– ¿Y si te pones un biquini verde… ¿qué? – me dice desafiante.
– Pues… ¡¡me pongo el pelo verde!! – le digo triunfadora.
– Mamááááá… dice que se pone el pelo verde!!!!… ¿a que no?
– ¡Verde se me pone el pelo a mí contigo! ¡que eres una indiscreta!! -le dice su madre.

Y las dos nos reímos con ganas de la ocurrencia de la niña, y yo le dije a la madre que había tenido una salida ingeniosísima, y ella me dijo que la niña era demasiado espontánea, que intentaba corregirla, y que con frecuencia la ponía en situaciones comprometidas, de las que no siempre podía salir airosa. Y mientras la mamá y yo nos reimos, la niña nos miró con expresión de no entender donde estaba lo gracioso, así que decidió volver a su lectura, con carita de pensar… que raros son los mayores.

Al poco rato, dejó su libro y se puso a hacer un castillo de arena.

mayo, 2014 © chelopuente

 


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Decepción


playa tumbonaLas vacaciones tocaban a su fin, pensaba, mientras tomaba el sol en una de las tumbonas de la playa de aquel hotel de lujo, donde había decidido pasar unos días, gastándose el dinero que no tenía. Por éso decidió que esa noche se pondría sus mejores galas y se tomaría una copa en la terraza de su lujoso hotel.

Se maquilló cuidadosamente, se puso un vestido vaporoso, en otro tiempo demasiado escotado quizá, pero había llegado el momento de hacer uso de él. Se subió en unas sandalias de tacón de vértigo, cogió el bolso y salió de su habitación dispuesta a iniciar  la caza.

Sentada en el sillón y delante de un gintonic, pensaba en que esa era su última noche para poder ligar. Cuando llegara a casa, necesitaba tener una historia apasionante que contar a sus amigas, y también se encargaría de que la información le llegara a su exmarido, que había tenido la desfachatez de marcharse con otra más joven.terraza

De pronto le vio, sentado en una mesa cercana a la suya, con porte elegante, atractivo y con ganas de compañía, estaba segura. Se sentía observada por él. Le hacía guiños para que ella reparara en él, pero ella se quería hacer desear, de forma que intentaba captar su atención haciéndose la interesante, y lo conseguía porque él no dejaba de hacerle guiños.

De pronto, vio como dirigía la mano al bolsillo de su chaqueta y a ella se le aceleró el corazón. Pensó que ya estaba. Ahora le escribiría una nota que le haría llegar con el camarero, invitándola a su mesa.

Enfadada, se levantó bruscamente, cogió el bolso y se marchó decepcionada. Del bolsillo de la chaqueta, él había sacado un frasco de gotas que se puso en los ojos para tratar la conjuntivitis que le martirizaba los ojos.

Chelo Puente – mayo, 2013

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