La Biblioteca de Catalunya fue creada en 1907 como Biblioteca del Institut d’Estudis Catalans y abierta al público en 1914, teniendo como sede el Palau de la Generalitat de Catalunya y habiéndosele otorgado el título de servicio cultural público.
En el año 1931, el Ayuntamiento de Barcelona cedió los edificios del antiguo Hospital de la Santa Creu de Barcelona, un conjunto de edificios del gótico civil más representativo del siglo XV, que se utilizaron para instalar allí la Biblioteca. Actualmente, ocupa una superficie de más de 8.800 m², y tiene un fondo aproximado de tres millones de ejemplares, que ocuparían unos 50 kms lineales si pusiéramos las estanterías una detrás de otra.
Pero no sólo es un lugar que alberga tesoros literarios, ya que también posee un piano de gran cola situado en el extremo de la Sala de Levante procedente del fondo Enric Granados, que la familia del compositor cedió al Centre de Documentació Musical de la Generalitat de Catalunya. Los pianos Pleyel destacaron por su notable calidad, refinamiento y delicadeza, y consiguieron gran prestigio durante el s. XIX y mediados del s. XX.
La colección inicial constaba de más de 3.000 registros y fue una donación de Isidre Bonsoms en 1915 y fue así como nació esta magnífica biblioteca.
En la Sala Cervantina se conservan numerosos ejemplares de una de las mejores colecciones públicas mundiales de la obra de Miguel de Cervantes, que hoy consta de unos 8.000 volúmenes, con originales de las primeras ediciones de todas las obras (excepto de La Galatea).
Otro de los tesoros que reposan entre sus muros es El Cançoner Gil, uno de los manuscritos más representativos de los cancioneros provenzales y que fue adquirido gracias a las aportaciones económicas de unos mecenas de la ciudad que, en 1908, reunieron las 20.000 pesetas que costaba su adquisición.
El documento más antiguo que se conserva en esta biblioteca es el Acta de consagración de la Iglesia del Castillo de Tona, del año 889; y el documento más antiguo en catalán son las Homilies d’Organyà, según su descubridor, el historiador Joaquim Miret i Sans. Se trata de un conjunto de seis sermones escritos sobre pergamino, encuadernados en un cuadernillo de ocho hojas y que data de 1204.
Como curiosidad os puedo contar que la posee unos de los libros más grandes. Se trata de unos cantorales manuscritos, encuadernados en piel sobre madera con cantoneras metálicas, que abarcan del siglo XVI al XIX y que miden 80 cms de alto por 50 cms. de ancho. En contraposición, también acoge algunas ediciones microscópicas por su tamaño, entre las que destaca un Padrenuestro de 6 milímetros en varias lenguas, publicado en Münich en la década de los sesenta del siglo pasado.
Como casi todas las bibliotecas, la Biblioteca de Catalunya también pasó un periodo oscuro durante el franquismo, cuando se aprobaron una serie de normas para «sanear la cultura y sacar de las bibliotecas aquellos libros considerados pornográficos, o de literatura socialista, comunista, libertaria y en general, disolventes», y es por ello que estos libros se retiraron a un lugar escondido llamado infierno, donde sólo podían ser consultados por aquellos que tuvieran «una sólida preparación intelectual y espiritual». Sin embargo se desconoce qué títulos formaron parte de este infierno, pero sí que estuvieron allí escondidos hasta principio de los 80 en que fueron incorporados al catálogo general.
En 1998 se emprendió la tarea de restauración de las naves góticas del edificio y en 2000 el proceso de digitalización del gran fondo que contiene, en un afán de modernizar el acceso a todos los tesoros que posee.
diciembre, 2013 © chelopuente