Tenía 87 años y siempre se le veía aferrado a su pipa.
Esta mañana hemos sabido de su muerte y la literatura se ha puesto de luto por él.
Ya no volverá a regalarlos historias como la de Oscar Matzerath
y sus delirios de locura, en El tambor de hojalata,
ni le volveremos a ver con su pipa e la mano.