La librería de Chelo

Este es el blog de Chelo Puente, donde descubrirás algo sobre mí a través de las palabras escritas y leídas.


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Más allá del amor


Octavio Paz

Octavio Paz, 1914 – 1998

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Para este miércoles pre-otoñal
nada mejor que un poema de

OCTAVIO PAZ

que este año hubiera cumplido 100 años
si no hubiera muerto en 1998.

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MÁS ALLÁ DEL AMOR

Todo nos amenaza:
el tiempo, que en vivientes fragmentos divide
al que fui
del que seré,
como el machete a la culebra;
la conciencia, la transparencia traspasada,
la mirada ciega de mirarse mirar;
las palabras, guantes grises, polvo mental sobre la yerba,
el agua, la piel;
nuestros nombres, que entre tú y yo se levantan,
murallas de vacío que ninguna trompeta derrumba.

Ni el sueño y su pueblo de imágenes rotas,
ni el delirio y su espuma profética,
ni el amor con sus dientes y uñas nos bastan.
Más allá de nosotros,
en las fronteras del ser y el estar,
una vida más vida nos reclama.

Afuera la noche respira, se extiende,
llena de grandes hojas calientes,
de espejos que combaten:
frutos, garras, ojos, follajes,
espaldas que relucen,
cuerpos que se abren paso entre otros cuerpos.

Tiéndete aquí a la orilla de tanta espuma,
de tanta vida que se ignora y se entrega:
tú también perteneces a la noche.
Extiéndete, blancura que respira,
late, oh estrella repartida,
copa,
pan que inclinas la balanza del lado de la aurora,
pausa de sangre entre este tiempo y otro sin medida.


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Frente al mar


Octavio Paz

Octavio Paz

El pasado lunes, 31 de marzo, cuando el mes tocaba a su fin se cumplía el centenario del nacimiento del gran escritor, ensayista y poeta mexicano Premio Nobel de Literatura de 1990

OCTAVIO PAZ

así que le recuerdo hoy, primer miércoles del mes de abril.

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 FRENTE AL MAR       

Llueve en el mar:
al mar lo que es del mar
y que se seque la heredad.

¿La ola no tiene forma?
En un instante se esculpe
y en otro se desmorona
en la que emerge, redonda.
Su movimiento es su forma.

Las olas se retiran
—ancas, espaldas, nucas—
pero vuelven las olas
—pechos, bocas, espumas—.

          Muere de sed el mar.
Se retuerce, sin nadie,
en su lecho de rocas.
Muere de sed de aire.

abril, 2014 © chelopuente