Hay noticias que no por esperadas dejan de ser muy tristes, como esta que nos llegó el pasado día 9 de junio y que nos contaba que, a los 53 años de edad, ya ha emprendido su último viaje
PAU DONES
Recuerdo cuándo te escuché por primera vez, Pau, fue hacia finales de los 90
más o menos, cuando empezabas como vocalista en aquel grupo de Jarabe de Palo. No te descubrí yo, fue a través de mis hijos. Son las ventajas de haber tenido hijos adolescentes en aquella época. Os hicisteis famosos con La flaca, pero a mí siempre me gustó Depende,
porque casi fue un icono en nuestra familia que entonces vivíamos
dos adolescencias convulsas, como deben de ser las adolescencias.
Fue la respuesta a muchas preguntas de aquellos chicos que pensaban que en el mundo
todo era blanco o negro, y nosotros a veces respondíamos… Depende, todo depende… Contigo hemos compartido momentos muy importantes y formas parte de mis recuerdos más preciados.
Hoy que vuelve a ser miércoles os traigo un poema un tanto especial, dado que su autor lo compuso en una etapa muy crítica de su vida, mientras estaba internado en un manicomio, completamente aislado de familia y amigos. Gracias a una enfermera que le cuidaba, este poema logró salir de las cuatro paredes de su celda. Lo he traído porque refleja la lucha interna de su autor por encontrar su yo más individual, y como muestra de que, hasta en las condiciones más adversas, el poeta surge a través de sus versos. Esto es lo que le ocurrió a
JOHN CLARE
YO SOY
Yo soy: sin embargo, lo que soy nadie conoce o le importa, mis amigos me abandonan como a un recuerdo perdido; yo soy el consumidor de mis males, se levantan y desaparecen en el anfitrión inconsciente, como sombras en el amor y el olvido de la muerte; ¡y sin embargo, yo soy! Y vivo como las sombras echadas
en la nada del desprecio y el ruido, en el mar vivo de los sueños despiertos, donde no hay sentido de la vida ni alegrías, pero el gran naufragio de los afectos de mi vida; siempre los más queridos —los que más amé— son ahora extraños, más y más extraños todavía.
Añoro lugares donde el hombre nunca haya pisado; un sitio donde ninguna mujer haya sonreído o llorado; para vivir allí con mi creador, Dios, y dormir como dormí dulcemente en la infancia: yaciendo imperturbable y despreocupado; la hierba debajo, encima el cielo abovedado.
Un domingo de agosto de 1926, cuando Magdalena Laparra ha vuelto de Cuba para pasar las vacaciones con su familia, coge a sus dos hijos, uno de cada mano, y se mete al mar en la playa de Biarritz con la intención de ahogarse. La niña de siete años, Elsa, advierte algo extraño en la actitud de su madre y consigue escapar tras un forcejeo. El niño pequeño en cambio, de solo dos años, muere ahogado y Magdalena es internada en un psiquiátrico por el resto de su vida.
Dieciocho años después, Elsa, la niña superviviente al ahogamiento, que ahora tiene 25 años, y acaba de separarse tras saber que su marido ha tenido un hijo con otra mujer, vuelve a España a casa de su abuela en busca del oscuro relato familiar. Para Elsa, ese viaje no solo supondrá el descubrimiento de un origen traumático, sino que se verá inmersa en un turbulento triángulo amoroso con un oficial del ejército alemán, que ha venido a controlar la frontera franco-española, y un pescador local que ejerce de contrabandista y forma parte de una célula de la resistencia contra la invasión de los nazis.
Tengo que deciros que no conocía a Mayra Montero, que no había leído nada de ella hasta que lo hice con LA MITAD DE LA NOCHEy puedo aseguraros que no será lo último que lea de ella, porque esta novela me ha fascinado.
Mayra Montero. La Habana, 1952
Situada entre Cuba y Biarritz principalmente, la historia nos va narrando la vida de Magdalena y Elsa, madre e hija, poblada de intensas tragedias. Con el afán de buscar respuestas, la joven inicia un viaje desde La Habana hasta San Sebastián, en cuyo destino tratará de encontrar las respuestas que sobre la vida de su madre necesita aclarar, y en ese afán esclarecedor también ella iniciará un viaja a su yo más profundo, al interior de sí misma.
Narrada en presente y pasado, el presente para la historia de Elsa y el pasado a través de las cartas que Magdalenale fue enviando a su madre desde Cuba, por lo que una de las dos grandes protagonistas se convierte también en narradora de parte de la novela, de modo que nos muestra a una narradora que es imposible que sea imparcial, puesto que solo conocemos su versión de la historia. A través de estas cartas iremos conociendo la tortuosa vida de Magdalena, una vida en la que, por más que lo intentó, jamás consiguió ser feliz.
Me ha encantado su estilo narrativo en la forma de unir el pasado con el presente a través de dos narradores distintos, de mostrarnos el pasado de Magdalena, la madre muerta, a través de las cartas a su madre. Un ritmo ágil pero cadencioso nos acompaña durante toda la novela, con una prosa distinguida, exquisita y armónica que nos va desentrañando, sin prisa pero sin pausa y con gran delicadeza un trágico secreto familiar que marcó para siempre el carácter de Magdalena Laparra.
Como habréis podido apreciar con mi comentario LA MITAD DE LA NOCHE es una novela que me ha fascinado, que no deberíais perderos porque en ella encontraréis a Mayra Montero, una magnífica escritora cubana a la que en este momento doy la bienvenida a mi mundo literario.
De ella ha dicho Rosa Montero… «Esta poderosa, amenazadora, bellísima y carnal historia te hipnotiza desde su magistral comienzo. Amor y muerte, secretos venenosos, furia y redención. La mejor novela de una de las mejores escritoras actuales de lengua española».
Frida (Laia Artigas), una niña de seis años, afronta el primer verano de su vida con su nueva familia adoptiva tras la muerte de su madre. Lejos de su entorno cercano, en pleno campo, la niña deberá adaptarse a su nueva vida.
Esta es la breve reseña que aparece en la cartelera pero Verano 1993es mucho más que eso. Son los días decisivos en la vida de Frida cuando comienza a integrarse en en el día a día de su nueva familia, sus tíos y su pequeña prima. Una historia que parece plasmar con bastante veracidad, la propia vida de Carla Simónaquel verano en el que se quedó huérfana tras la muerte de su madre por culpa del devastador virus del Sida.
A lo largo de los días del verano de esta historia, para Frida es fundamental la relación con la mujer de su tío (Bruna Cusí) que es la que pasa casi todo el tiempo con ella y su hija de tres años tratando de integrar a la niña en su familia con todo el cariño posible.
Durante los 97 minutos que dura la película, la cámara de Carla Simón capta a la perfección los gestos de las dos protagonistas de la historia: las pequeñas Frida (Laia Artigas) y Anna (Paula Robles). Es como si hubiera puesto en marcha su cámara para captar la vida pasar, y en ese deambular por las escenas unos primeros planos fantásticos que la pequeña Laia Artigas aguanta con una perfección y una maestría que nos augura que será una gran actriz. Estaremos atentos porque nos seguirá maravillando.
Verano 1993 es la ópera prima de esta joven directora catalana de 30 años y tiene la frescura de la juventud y la serenidad de todo lo que le queda por contarnos. A pesar de que la directora era una perfecta desconocida, esta joyita de película ha conseguido, por mérito propio, unos cuantos premios prestigiosos: Mejor ópera prima y Gran Premio del Jurado en el Festival de Berlín y Biznaga de oro y Premio Feroz de la Crítica en el Festival de Málaga, tres premios en el Festival de cine independiente de Buenos Aires,además de haber sido seleccionada recientemente como la candidata española al Óscar a la mejor película de habla no inglesa.
Una magnífica película que nos muestra los misterios de la infancia captados con gran belleza y con una sensibilidad precisa y preciosa. No os la perdáis.
Cuando era niña, para ayudarla a superar la muerte de su padre, a Blanca su madre le contó un cuento chino. Un cuento sobre un poderoso emperador que convocó a los sabios y les pidió una frase que sirviese para todas las situaciones posibles. Tras meses de deliberaciones, los sabios se presentaron ante el emperador con una propuesta: «También esto pasará» Y la madre añadió: «El dolor y la pena pasarán, como pasan la euforia y la felicidad»
Ahora es la madre de Blanca quien ha muerto y esta novela, que arranca y se cierra en un cementerio, habla del dolor de la pérdida, del desgarro de la ausencia. Pero frente a este dolor queda el recuerdo de lo vivido y lo mucho aprendido, y cobra fuerza la reafirmación de la vida a través del sexo, las amigas, los hijos y los hombres que han sido y son importantes para Blanca, quien afirma: «La ligereza es una forma de elegancia. Vivir con ligereza y alegría es dificilísimo»
Esta y otras frases y el tono de la novela, tan ajena a cualquier concesión a lo convencional, evocan aquella Bonjour tristesse, de Françoise Sagan, que encandiló a tantos (y escandalizó a no pocos) cuando se publicó en 1954, y que yo recuerdo con gran cariño porque fue mi primera lectura adulta cuando apenas era una adolescente. Con ella me inicié en el mundo literario de «los mayores».
Barcelona, 1972
También esto pasará se va desarrollando en el trascurso de un verano de Cadaqués, con sus paisajes indómitos y su intensa luz mediterránea que lo inunda todo y en el que se van poniendo de manifiesto el valor del amor y el desamor, de la amistad pasajera y la que permanece inquebrantable.
Milena Busquetstransforma en literatura vivencias personales y partiendo de lo íntimo logra una novela que rompe fronteras y se está traduciendo con inusitada rapidez a las principales lenguas, como el inglés, el francés, el alemán, el italiano y el portugués. Ha logrado el interés por esta novela a través de la historia de Blanca y la enfermedad y muerte de su madre, a través de las relaciones con sus amantes y sus amigas, combinando prodigiosamente hondura y ligereza, nos habla de temas universales: el dolor y el amor, el miedo y el deseo, la tristeza y la risa, la desolación y la belleza del paisaje de Cadaqués, a través del cual se intuye a la madre muerta paseando junto al mar, con la misma fuerza con la que vivió aquellos veranos.
Una estupenda novela para disfrutar con su lectura, para reflexionar sobre la futilidad de la vida y sobre todo para darse cuenta de lo efímera que es.
«El planeta está más débil y contaminado. Por favor, piensen siempre en lograr una paz verdadera, que nos conviene a todos,
hijos, nietos, los seres humanos, todos se los vamos a agradecer»
dicen que dijo en 2010 este hombre amado y denostado por el mundo, pero al que nadie dejaba indiferente.
Su vida estuvo plagada de aciertos y errores, aunque hubo un acierto que Cuba jamás olvidará: liderar una revolución que liberó al pueblo cubano de las garras del dictador Fulgencio Batista.
Hoy conocemos la noticia de la muerte de FIDEL CASTRO a los 90 años.
En medio de un paisaje hermoso y desolador, la muerte del abuelo reúne a todos los miembros de una familia. Junto al pantano que anegó su hogar hace casi medio siglo y donde reposarán para siempre las cenizas de Domingo, cada uno reflexiona en silencio sobre su relación con él y con los demás, y sobre cómo el destierro marcó la existencia de todos ellos.
Desde la abuela a la nieta más pequeña, desde el recuerdo de la aldea que los mayores se vieron obligados a abandonar a las historias y pensamientos de los más jóvenes, esta novela es el relato coral de unas vidas sin vuelta atrás, un caleidoscopio narrativo y teatral al que la superficie del pantano sirve de espejo.
Una novela plagada de sentimientos diferentes, como diferentes son las edades y las vidas de los familiares que acompañan a Domingo en su último viaje, ese viaje que, como el de Ulises , tiene como destino la vuelta a su Ítaca particular. De las tierras que ahora permanecen cubiertas por las aguas del pantano salió y a ellas vuelve para reposar toda la eternidad.
Julio Llamazares – Vegamián (León), 1955
Me ha resultado especialmente interesante la forma con la que Julio Llamazares ha tratado a los personajes más jóvenes, los nietos. Ellos no padecieron el desarraigo de tener que abandonar su casa y su pueblo para iniciar su vida en un lugar ficticio, inventado para la ocasión. Lo mismo podría haberle ocurrido a los hijos menores: Agustín y Virginia que salieron de Ferreras siendo aún muy pequeños, pero ellos, a diferencia de sus hijos, cargan sobre su espalda la pesada losa de la tristeza de sus padres, tristeza de la que no han podido o sabido desprenderse.
Un novela muy interesante que, como casi todas las de Llamazares, me ha dejado un sentimiento de nostalgia o melancolía y unos momentos posteriores para la reflexión. No os la perdáis. Os recomiendo su lectura.