Para este primer miércoles del nuevo año os traigo un fragmento del poema Hasta que te encuentre, del poeta
EL PRÍNCIPE DE LA DULCE PENA
incluido en su poemario El cementerio de los versos perdidos. Pero… ¿sabéis quién es este
Príncipe de la dulce Pena?
… seguiré esperando… a que la calma a mí regrese, esquiva, tramposa…; a que la templanza
bañe la orilla
de la tormenta que sacude
el valle de mis miedos,
donde se siembran las dudas
y las recolecta el fracaso;
donde la sequía de sueños
lleva mi alma al ocaso…
La mujer que busca en los armarios de sus hermanas y su padre viudo el abrigo que había pertenecido a su madre señala, en el itinerario de su búsqueda, las pistas por donde transcurrirán otras historias. Los momentos de gloria de un fotógrafo profesional que tuvo que dejar la fotografía para sacar adelante a una familia numerosa, los sueños y tribulaciones de los adolescentes, la pérdida de la memoria, la soledad de una madre que se siente rechazada por su hijo, la dificultad de hacer frente a las enfermedades, la perplejidad de la edad madura, el precio de las aventuras clandestinas, el anhelo del viaje, la hostilidad de los territorios desconocidos, la irrupción de la luz en medio de la oscuridad, la curiosidad que inspiran los vecinos, las dudas antes de tomar una decisión…
Los personajes están inmersos en una similar atmósfera moral. De una forma u otra, buscan definirse, saber quiénes son. Reivindican sus historias personales en el contexto caótico de un mundo regido por valores que no pueden satisfacer sus secretas ambiciones y donde es sumamente difícil labrar la identidad.
Un abrigo, algo muy personal, material, casi insignificante, tiene su historia, que no es la de las guerras y los tratados internacionales. Es la historia que no suele ser visible, la historia en la que nos toca definirnos todos los días, sin excepción, la historia que nos forja, una historia que se compone de multitud de historias.
Soledad Puértolas
En esta espléndida novela, Soledad Puértolas se enfrenta a la difícil tarea de trazar un cuadro, cargado de emoción, de los valores morales de nuestra época. Mientras seguimos los pasos de los personajes, sentimos que conocemos algo más de la vida indescifrable, que una historia es siempre parte de otras y que, aun en esta época convulsa y desorientada, la vida, como siempre, nos abarca y nos contiene.
Se trata de una novela corta, de no más de 200 páginas distribuidas en quince capítulos que encierran la vida y relaciones entre sí de treinta personajes que, a medida que nos vamos acercando al final, se van entrelazando entre ellos. Es cierto que al lector se le requiere una atención especial para recordar o volver atrás para saber quién es el personaje al que se refiere, cuando éste apareció únicamente en el capítulo dos, por ejemplo.
En Historia de un abrigo, la escritora Soledad Puértolas nos cuenta la historia en primera persona, a través de la visión de una mujer conocedora del mundo interior de sus personajes: de sus miedos, sus soledades y sus fracasos. De ellos sólo parece salvarse Palmira, la mujer del portero de la casa donde había vivido toda la familia. Sólo ella parece haber encontrado la forma de vivir en paz con el mundo, esa paz y esa ilusión que les falta al resto.
No sé si es porque la autora es una mujer, pero creo haber notado una especial atención en la definición de los personajes femeninos, mientras que en los masculinos no ha profundizado tanto.
En mi opinión es una gran novela que desgrana el mundo interior de las personas, con un despliegue de personajes inaudito que sólo una gran escritora puede conseguir.
Os recomiendo su lectura porque os proporcionará unos ratos disfrutando entre sus líneas.