Cuando la lluvia puede ser bella y matizar las sensaciones del pensamiento de la forma tan sutil y delicada, como lo hace Yasunari Kawabata.
«…la brumosa lluvia suavizaba el perfil de la montaña que se levantaba más allá del río y la embellecía aún más. Tan mansa era la lluvia que las dos mujeres apenas advirtieron que se estaban mojando, mientras caminaban de regreso al coche …los delicados hilos de agua caían en el río sin alterar su superficie. Las flores de cerezo se entremezclaban con tiernas hojas verdes y los colores de los árboles florecidos se esfumaban en la lluvia con matices sutiles…»
Fragmento del libro Lo bello y lo triste
Yasunari Kawabata – Osaka, 1899 – Zushi, 1972.
Chelo Puente – noviembre, 2012