La librería de Chelo

Este es el blog de Chelo Puente, donde descubrirás algo sobre mí a través de las palabras escritas y leídas.


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Mujeres errantes


mujeres errantesMUJERES ERRANTES

Pilar Sánchez Vicente

Edit. Roca, 2018

Greta Meier, famosa escritora suiza afincada en Londres, retorna a su tierra natal en un último intento por detener la deriva de sus días. Sorprendida por la inesperada enfermedad de su progenitora, decide compensar sus prolongadas ausencias y aparcar los reiterados enfrentamientos, permaneciendo a su lado hasta el fatal desenlace.

Sin embargo, sus últimas palabras siembran una duda demoledora, dejando entrever en el último suspiro el gran secreto de la vida de Greta: ¿Quién era la mujer muerta, si no es su madre? Con la única compañía de sus cenizas, la autora emprende un viaje al pasado en busca de su propia identidad.

Siguiendo el único hilo disponible, localiza un punto en la costa norte de España y hacia allí se dirige. Pronto atisbará que la vieja rivalidad entre la Tiesa y la Chata, dos pescaderas ambulantes, esconde la clave de su origen, pero las preguntas se acumulan sin respuestas. Y el tiempo se acaba.

MUJERES ERRANTES es la primera novela que leo de la escritora gijonesa Pilar Sánchez Vicente y me ha sorprendido muy gratamente, si bien la historia no lo es tanto. Desde Cimavilla (barrio de pescadores de Gijón) hasta Nicaragua se va desarrollando este hilo conductor que nos lleva hasta el descubrimiento de un gran secreto familiar, que va desenredándose a medida que Greta avanza en la lectura de las cartas que Guillermo le fue escribiendo a Julia a lo largo de toda su vida.

pilar sanchez vicente

Pilar Sánchez Vicente. Gijón, 1961

Entre página y página nos adentramos en las luchas del Movimiento 2 de junio que tuvo su máximo apogeo en el Berlín de finales de los años 60 y su vinculación con la lucha nicaragüense de la mano de aquellos curas que dieron forma a la Teología de la Liberación, en la que se proclamaba que el evangelio exige una preferencia por los más pobres. Y alrededor de estos tiempos tan turbulentos Greta busca las claves de su origen para poder enterrar los fantasmas del pasado.

Tres personajes muy potentes, que Pilar Sánchez Vicente ha dotado de gran energía y sabiduría: Eloina, Julia y Greta. Ellas tres se muestran como tres grandes  mujeres luchadoras a muerte en terrenos muy agrestes, y maltratadas por los hombres que no supieron caminar a su lado. Y junto a este tema tan fundamental como doloroso aparece la emigración de las mujeres pescaderas de Cimavilla que marcharon a Alemania, Francia o Suiza en busca del futuro que su barrio les negaba.

MUJERES ERRANTES es una novela sobre la amistad, el perdón, la envidia, el maltrato, la nostalgia y la ambición, escrita con una agilidad que en ningún momento resulta sofocante, con unos personajes (además de las tres mujeres que he citado) asombrosos, llenos de matices que nos llevan desde el momento actual hasta un recorrido por el pasado y que, a pesar de todo, nos ofrece un futuro de esperanza, la misma que buscaron ellas durante toda su vida. 

De esta novela se ha dicho: «Un retablo del último siglo de Gijón. Es la historia de todos nosotros desde principios del siglo XX hasta el presente.» La nueva España

¡Felices lecturas, amigas y amigos!


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Día Mundial contra la violencia de género


violencia

Hoy, día 25 de noviembre de 2019, volvemos a conmemorar el Día Mundial contra la violencia de género, porque sigue existiendo, porque no podemos bajar la guardia, porque no podemos mirar hacia otro lado, y para este día he elegido un poema de Leha que es tremendo, duro, tremendo e imprescindible para tomar conciencia.

SILENCIO LETAL

Mis cuerdas se enredan y ya no me sostengo.
A Dios le tiembla el pulso
y el infierno arde tras la puerta.
Estoy sola.
Me siento sola.
El miedo tiene rostro,
jadea en mi espalda cada noche
me somete y me amordaza,
tensa mis cuerdas hasta arrancarme la voluntad,
las fuerzas de salir corriendo
terminar con ésto.

Correr…

Correr sin importar dónde
añoro los cielos abiertos, los campos inmensos
bocanadas de aire vibrándome en el cuerpo…

Pero soy cobarde, por eso al girar la llave,
un nudo atado a mi cuello
deshace mis pasos de nuevo
y vuelvo para seguir pagando el tributo a mi error,
el de haber querido ver algo parecido al amor,
en alguno de sus actos,
en su asfixiante control,
en su sibilino desprecio.

Hace tiempo perdí la voz
dejé de creer en los milagros
de que alguien venga y me salve,
me arranque de mi propia vida,
del pecado de ser quien soy;
una mujer que ha perdido su identidad
y que desde hace mucho tiempo
no se reconoce en el espejo.

Me avergüenza mi cara marcada,
me avergüenzo del puño cerrado hundiéndose en mi estómago
me avergüenzo de mis lágrimas…

porque cuando salgo todos miran
¡me miran!
después, bajan la mirada
… y callan.


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Día Internacional contra la violencia a las mujeres 2018


manoHoy es uno de esos días que no me gustaría que existieran.

En el Día Internacional contra la violencia a las mujeres, digo:

NINGUNA MÁS Y NINGUNA MENOS

Luchemos para erradicar este Día. Estemos todos atentos para detectar el maltrato y nunca miremos hacia otro lado.

¡Hacedlo por nosotras!

 


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Otra vida es posible


manoComo cada tarde la doctora Martín, antes de comenzar su consulta de Pediatría, examinaba la lista de niños a los que atendería hoy. Los conocía a todos, porque las consultas de los niños, sobre todo la de los bebés, eran periódicas, primero semanales, después quincenales y luego mensuales. Revisando su lista observó que esa tarde vería al bebé de María y eso la inquietó, no por el bebé, que tenía ya tres meses y crecía sano, sino por la joven madre.  

Venía observando que María -en las últimas consultas- siempre tenía alguna señal de haber recibido un golpe, y ella como médico sabía que no eran casuales, temía que fueran señales de maltrato. El último día, con la delicadeza y el tacto que requería un hecho así, se atrevió a hablar con ella y a decirle que podía ayudarla a solucionar el problema que creía estaba sufriendo. María, azorada sólo le dijo que se había dado un golpe porque iba distraída, nada más. Pero Julia sabía por las tonalidades de los hematomas, que no era cierto, que esos tonos diferentes indicaban golpes en momentos distinto. 

Con estos pensamientos, comenzó la consulta. Cuando le tocó el turno al bebé de María, entró en la consulta un señor mayor, pero no anciano. Julia se sorprendió, pensando que quizá era un error de su lista, pero el señor la saludó. Se sentó, y amable y respetuosamente le dijo… 

– Mire, doctora Julia, me ha dicho mi hija que usted le anda preguntando por los moratones que tiene, y yo he venido hoy -sin que lo sepa ella- a agradecerle su interés y a decirle a usted, que no se preocupe, que no va a haber más moratones, pero usted déjeme que yo arregle ésto como lo arreglamos nosotros… hablando claramente y diciéndole que se largue. No voy a consentir que mi hija siga sufriendo.

Unas semanas después, volvió a consulta María con su bebé, los moratones casi habían desaparecido y no volvió a tener ninguno más. 

Tres años después, María llegó a la consulta con su niño, iba acompañada de un chico que llevaba al pequeño David de la mano, y le dijo a la doctora…

– Mire, doctora Julia, éste es Juan. El nuevo padre de David.

Y fue entonces cuando el crío, lleno de alegría, le dijo… ¡¡Tengo papi, tengo papi!!.  


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Otra vida es posible.


Como cada tarde la doctora Martín, antes de comenzar su consulta de Pediatría, examinaba la lista de niños a los que atendería hoy. Los conocía a todos, porque las consultas de los niños, sobre todo la de los bebés, eran periódicas, primero semanales, después quincenales y luego mensuales. Revisando su lista observó que esa tarde vería al bebé de María y eso la inquietó, no por el bebé, que tenía ya tres meses y crecía sano, sino por la joven madre.

Venía observando que María -en las últimas consultas- siempre tenía alguna señal de haber recibido un golpe, y ella como médico sabía que no eran casuales, temía que fueran señales de maltrato. El último día, con la delicadeza y el tacto que requería un hecho así, se atrevió a hablar con ella y a decirle que podía ayudarla a solucionar el problema que creía estaba sufriendo. María, azorada sólo le dijo que se había dado un golpe porque iba distraída, nada más. Pero Julia sabía por las tonalidades de los hematomas, que no era cierto, que esos tonos diferentes indicaban golpes en momentos distinto.

Con estos pensamientos, comenzó la consulta. Cuando le tocó el turno al bebé de María, entró en la consulta un señor mayor, pero no anciano. Julia se sorprendió, pensando que quizá era un error de su lista, pero el señor la saludó. Se sentó, y amable y respetuosamente le dijo…

– Mire, doctora Julia, me ha dicho mi hija que usted le anda preguntando por los moratones que tiene, y yo he venido hoy -sin que lo sepa ella- a agradecerle su interés y a decirle a usted, que no se preocupe, que no va a haber más moratones, pero usted déjeme que yo arregle ésto como lo arreglamos nosotros… hablando claramente y diciéndole que se largue. No voy a consentir que mi hija siga sufriendo.

Unas semanas después, volvió a consulta María con su bebé, los moratones casi habían desaparecido y no volvió a tener ninguno más.

Tres años después, María llegó a la consulta con su niño, iba acompañada de un chico que llevaba al pequeño David de la mano, y le dijo a la doctora…

– Mire, doctora Julia, éste es Juan. El nuevo padre de David.

Y fue entonces cuando el crío, lleno de alegría, le dijo… ¡¡Tengo papi, tengo papi!!.

Chelo Puente, noviembre 2011.