Dado que estamos cerca del día 14 de abril, en el que se conmemora el 80 aniversario del nacimiento de la
II República de España he querido recordar al gran poeta
RAFAEL ALBERTI
ALGUIEN
Alguien barre y canta y barre (zuecos en la madrugada). Alguien dispara las puertas. ¡Qué miedo, madre! (¡Ay, los que en andas del viento, en un velero a estas horas vayan arando los mares!) Alguien barre y canta y barre. Algún caballo, alejándose, imprime su pie en el eco de la calle. ¡Qué miedo, madre! ¡Si alguien llamara a la puerta! ¡Si se apareciera padre con su túnica talar chorreando!… ¡Qué horror, madre! Alguien barre y canta y barre.
Un miércoles más para recordar al gran poeta barcelonés
JOSÉ AGUSTÍN GOYTISOLO
aquel que se refugió en la poesía tras la muerte de su madre en un ataque aéreo.
Su poesía ha sido divulgada por el cantautor Paco Ibáñez
y con su música ha llegado a todos sus poemas.
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EL OFICIO DE POETA
Contemplar las palabras sobre el papel escritas, medirlas, sopesar su cuerpo en el conjunto del poema, y después, igual que un artesano, separarse a mirar cómo la luz emerge de la sutil textura.
Así es el viejo oficio del poeta, que comienza en la idea, en el soplo sobre el polvo infinito de la memoria, sobre la experiencia vivida, la historia, los deseos, las pasiones del hombre.
La materia del canto nos lo ha ofrecido el pueblo con su voz. Devolvamos las palabras reunidas a su auténtico dueño.
Paseo a la orilla del mar Joaquín Sorolla – 1863-1923
Una mañana, en la playa, mientras me entregaba con placer a un sol mediterráneo y matutino, asistí a la conversación de una hija de treinta y muchos, con su madre de sesenta y muchos…
– Ya estás otra vez con eso -dice la hija.
– Ay, hija! Ya sabes que me gusta mucho leer. – Ya, pero no leas eso mamá, por favor -dice la hija indignada. – Yo leo de todooo!! -apostilla la madre. – Sí, pero… TODO DE LO MISMO!! – Me gusta… ¿qué pasa?, cada uno tiene su gusto. – Pues pasa que esas lecturas, te dejan como atontada -continúa la hija. – No sé por qué dices éso. – Pues porque luego te crees que eres la protagonista, y pretendes que papá sea un caballero del highlander ese, y vamos… – Anda, déjame, que está muy interesante -le dice cariñosamente la madre con una sonrisa.
La madre lee En busca del highlander, una novela romántica de Sherryl Kenyon, y la hija Mal de escuelaun ensayo de Daniel Pennac, y la imagino profesora de chicos adolescentes, preparándose para la vuelta al cole.
Viendo que no tiene nada que hacer, la hija vuelve a abrir su libro, con la seguridad de que tiene la batalla perdida, y ambas se entregan a sus respectivas lecturas, y yo me quedo pensando que es fundamental separar la ficción de la realidad, aunque, muchas veces la realidad supere la ficción.
Cuando tenía mi librería al público en Madrid, una mañana vino una señora a la librería y…
– Buenos días, busco un libro que me ha dicho mi hija, pero no recuerdo bien el título, se llama algo… de la ceguera. – ¿Te refieres a Ensayo sobre la ceguera –le dije. – Sí, ése es. Le enseñé todas las ediciones que tenía en la librería, y… – Pero… yo quiero el de Miguel Delibes – me dijo. – ¿De Miguel Delibes? – Sí – afirma con seguridad. – Es que… Ensayo sobre la ceguera, lo escribió Saramago – le dije suavemente. – No, no, mi hija me ha dicho que lo escribió Miguel Delibes, y que ha muerto hace poco. – Bueno, es que Saramago también ha muerto hace poco, y quizá, por eso, no hayas interpretado bien a tu hija, o quizá tu hija se confundió. – No, no, además mi hija lee mucho. – Ya. – Y tú… ¿me lo puedes buscar? -me preguntó insistente. – Yo te lo buscaría encantada por donde fuera, pero no puedo buscar algo que sé que no existe, porque en toda su vida, Miguel Delibes, jamás escribió ningún libro titulado Ensayo sobre la ceguera, porque ese libro lo escribió José Saramago – le insistí. – Pues no sé, creo que no me lo voy a llevar, le voy a consultar primero a mi hija…
Y yo, me quedé anotándolo en mi libreta de deseos imposibles mientras pensaba en mis cosas.