Hace ya algunos años que sostengo una teoría, y es que el corazón ha de ser un hotel. Ya sé que puede parecer una teoría una tanto estrafalaria, pero creo que es perfectamente desarrollable.
Esta teoría se basa en que es necesario compartimentar nuestro corazón en muchas habitaciones, a modo de hotel donde cada una de ellas la ocupe una persona queridísima para el dueño del hotel. En un principio debemos separar en alas el hotel: ala norte para los afectos familiares; ala sur para los amigos; ala este para los conocidos; ala oeste para los amores… y así sucesivamente.
Hay habitaciones de diferentes tamaños, pero todas ellas son confortables para que cada uno se sienta a gusto, y para ello es necesario que cada huésped tenga la seguridad de que no sufrirá interferencias y que el dueño, como gerente del hotel, no permitirá que nadie allane su habitación, intentando usurpar su espacio privado de cariño, que ha de ser único e intransferible.
Este hotel deberá tener habitaciones de diferentes tipos, desde unas pequeñas, aunque todas muy agradables, a otras -menos- que son preciosas suites poseedoras de múltiples lujos afectivo-emocionales.
Cuando un nuevo huésped llega a mi hotel suele ocupar una habitación sencilla, y a medida que se prolonga su estancia puede ir ascendiendo hasta ocupar una suite, o quedarse siempre en la misma habitación, según se vayan desarrollando las cosas. Los que ocupan las suites es porque están a gusto en el hotel, y yo soy feliz sabiéndoles mis huéspedes. Estas habitaciones -poquitas- son las más preciosas y las más preciadas, las más soleadas, las decoradas con mayor esmero, las que seleccionan la mejor música, las que tienen mejores vistas, en definitva… las mejores y ésas están reservadas para los VIPS, para los que yo considero que son personas VIPS, porque no siempre están ocupadas todas suites, dado que ello requiere reunir unas cualidades determinadas.
Visto lo anterior, huelga decir que la estancia en el hotel es absolutamente libre, por lo que si en algún momento uno de los huéspedes que ocupan mi Hotel Corazón desea cambiar de hotel, me quedo entristecida, pero le dejo marchar y le ayudo a preparar su equipaje. O si fuera yo quien no le siguiera apreciando como huésped, le pediría amablemente que abandonara mi hotel, poniéndole el equipaje en un taxi.
También conviene tener dos o tres suites reservadas, las mejores para los SUPERVIPS, porque, si bien hay momentos en que pueden estar vacías, puede darse el caso de que algún huésped ascienda rápidamente a la categoría de SUPERVIP, por lo que sería recomendable su traslado. Sin embargo hay que tener cierta cautela, dado que podría ocurrir que un huésped quisiera ocupar una de estas suites sin que sea considerado SUPERVIP, y en ese caso habría que aclararle con delicadeza pero de forma rotunda que esa suite no puede ser ocupada por él. Al igual que podría darse el caso a la inversa, que como gerente, deseara que un huésped fuera SUPERVIP y que ocupara una de esas selectas suite, cuando él podría preferir quedarse en una de las habitaciones pequeñas.
Pues bien, así, con estas normas básicas y sencillas gestiono mi Hotel Corazón.
Chelo Puente, mayo 2011
2011©Chl
