La librería de Chelo

Este es el blog de Chelo Puente, donde descubrirás algo sobre mí a través de las palabras escritas y leídas.


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Cuando aparecen los hombres


cuandoCUANDO APARECEN LOS HOMBRES

Marian Izaguirre

Edit. Lumen, 2017

A consecuencia de la crisis, Teresa Mendieta, una mujer atractiva pero incapaz de encontrar el amor, tiene que cerrar el exclusivo hotel que regenta en la Costa Brava: una casa de principios de siglo, situada en lo alto de un acantilado e íntimamente unida a su pasado y al de otra mujer, Elizabeth Babel, que vivió en ella cien años antes.

Cuando, al poco tiempo de cerrar el hotel, Teresa desaparezca sin dejar rastro, alguien se empeñará en componer el puzzle de su vida. Será entonces cuando las cartas de Elizabeth, una mujer muda, aislada de los demás, que se encuentra a si misma a través de la escritura, adquieran su verdadero significado.

La esgrima, las recetas de cocina, los amores prohibidos, la soledad y el miedo al abandono, pero también la fuerza de la complicidad y el deseo de saber, atraviesan la vida de dos mujeres que nunca se conocieron, pero comparten un mismo destino.

Marian Izaguirre

Marian Izaguirre

A medida que fui avanzando en la lectura de esta magnífica novela le fui encontrando todo el sentido al título, CUANDO APARECEN LOS HOMBRES, que en un principio me resultaba un tanto enigmático.

Me ha encantado que Marian Izaguirre haya utilizado el recurso de las cartas que Elizabeth se escribe a sí misma para conocer la historia de su vida y también entender la de Teresa. Su carácter fue moldeado por la extraña relación con su madre, de cariño y abandono al mismo tiempo, y su ansia de emular la vida de Elizabeth, a pesar de no haber coincidido con ella en el tiempo, aunque sí en la casona donde ahora se encuentra el hotel y restaurante que regenta. Una situación que simula una especie de juego de espejos que la autora ha ensamblado perfectamente.

Una magnífica novela sobre mujeres, sobre el peso de la culpa y de cómo, en ocasiones, construimos nuestra vida a través de otras personas. Una novela que te seduce desde el principio y por ello os recomiendo muchísimo que no os la perdáis.

¡Felices lecturas, amigos!


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La camarera


la camareraLA CAMARERA

Markus Orths

Edit. Seix Barral, 2010

Para la mayoría, el nombre de Markus Orths no significará nada, así que voy a comentaros algo de este autor que nació en Viersen (Alemania). Hasta hace unos pocos años, nada suyo se había publicado en castellano, a pesar de que ésta no es su primera novela, y a pesar de que es poseedor de diferentes premios, entre ellos el Berlin Open Mike. 

En el 2010 La camarera llegó a las librerías y entonces leí esta novela. Narra la historia de una chica joven, Lynn, que es camarera del Hotel Eden, donde limpia habitaciones. Pero Lynn hace algo más quemarkus orths limpiar magníficamente las habitaciones, se recrea en ello, observa cada uno de los objetos de los huéspedes, huele sus perfumes o se prueba su ropa, tratando de saber cómo es la vida de esa persona, una vida normal, muy diferente a la suya. Hasta tal punto llega su nivel de observación, que cada martes se esconde debajo de la cama de la habitación 303 y pasa allí la noche observando la intimidad de su huésped.

A pesar de que puede parecer que Lynn se mueve en los límites de la cordura, Markus Orths sin embargo, nos presenta un personaje que se hace querer, entrañable, solitario, triste, carente de afectos, que solo desea una cosa: tener una vida normal, y así lo expresa la propia Lynn casi al final de la novela «… me gustaría que por una vez alguien estuviera bajo mi cama, me gustaría que por una vez alguien prestara atención a mi vida».

No os perdáis esta pequeña joya que -en sus 143 páginas- nos habla de la soledad, pero sobre todo, nos habla de vivir… aunque sea en la vida de otros.

¡Feliz lectura, amigos!

enero, 2014 © chelopuente


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¿Se admiten perros?


moraQuerido amigo:

Tenía ganas de escribirte -aunque te he escrito hace poquito- pero es que te tengo que contar una cosa muy curiosa. Ya sabes que por la época en la que estamos, casi todos andamos buscando un sitio donde pasar unos días de descanso. Pues resulta que estaba yo esta mañana con una amiga tomándonos un café y me contó esto que te voy a decir.

Mi amiga quiere irse de vacaciones con su familia, y dentro de su familia, se encuentra también su perro, bueno mejor dicho, su perra, porque es chica, bueno, chica no, que es una perra. Pero sigo, que me despisto. Como te decía, mi amiga había encontrado ya un hotel que le gustaba y en el sitio al que querían ir, así que -como siempre- llamó por teléfono al hotel para reservar y para realizar la pregunta temida…

– ¿Se admiten perros? -preguntó mi amiga.
– Podría contestarle sólo con un monosílabo pero no lo haré y le contaré algo mucho más significativo.

Mi amiga se temía lo peor, aquel NO con el que tantas veces se había encontrado, pero el recepcionista del hotel se desahogó con ella.

hotel– Mire, señora -lo de señora se lo decía a mi amiga, no por la perra, claro- hasta la fecha -y ya hace más de 15 años que abrimos el hotel- nunca hemos tenido que acompañar a ningún perro a su habitación y abrirle la puerta porque no atinara a abrirla, ebrio después de una noche de farra; ningún perro le ha abierto la puerta a la camarera del servicio de habitaciones en calzoncillos y con un tanga puesto en la cabeza; a ningún perro le hemos tenido que llamar la atención para que bajara el volumen de la música; ningún perro ha intentado mentirnos sobre el consumo del minibar; a ningún perro le hemos pillado con los albornoces de nuestro hotel formando parte de su equipaje de vuelta…
– Pero… ¿entonces admiten perros, o no? – insistió temerosa mi amiga.
– Sí señora, admitimos perros, pero perros que se hagan responsables de sus amos.

Ya ves lo que le contestó, y mi amiga se quedó cortada pero encantada de que su querida perrita pudiera ir de vacaciones con ellos.

Bueno, amigo mío, te dejo, que yo también me tengo que preparar las vacaciones. No, no, con perro no, si ya sabes que yo no tengo perro, que tienes unas cosas.

Besitos,

julio, 2013 © chelopuente


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Decepción


playa tumbonaLas vacaciones tocaban a su fin, pensaba, mientras tomaba el sol en una de las tumbonas de la playa de aquel hotel de lujo, donde había decidido pasar unos días, gastándose el dinero que no tenía. Por éso decidió que esa noche se pondría sus mejores galas y se tomaría una copa en la terraza de su lujoso hotel.

Se maquilló cuidadosamente, se puso un vestido vaporoso, en otro tiempo demasiado escotado quizá, pero había llegado el momento de hacer uso de él. Se subió en unas sandalias de tacón de vértigo, cogió el bolso y salió de su habitación dispuesta a iniciar  la caza.

Sentada en el sillón y delante de un gintonic, pensaba en que esa era su última noche para poder ligar. Cuando llegara a casa, necesitaba tener una historia apasionante que contar a sus amigas, y también se encargaría de que la información le llegara a su exmarido, que había tenido la desfachatez de marcharse con otra más joven.terraza

De pronto le vio, sentado en una mesa cercana a la suya, con porte elegante, atractivo y con ganas de compañía, estaba segura. Se sentía observada por él. Le hacía guiños para que ella reparara en él, pero ella se quería hacer desear, de forma que intentaba captar su atención haciéndose la interesante, y lo conseguía porque él no dejaba de hacerle guiños.

De pronto, vio como dirigía la mano al bolsillo de su chaqueta y a ella se le aceleró el corazón. Pensó que ya estaba. Ahora le escribiría una nota que le haría llegar con el camarero, invitándola a su mesa.

Enfadada, se levantó bruscamente, cogió el bolso y se marchó decepcionada. Del bolsillo de la chaqueta, él había sacado un frasco de gotas que se puso en los ojos para tratar la conjuntivitis que le martirizaba los ojos.

Chelo Puente – mayo, 2013

Si lo que quieres realmente es leer una buena historia, pásate por lalibreriadechelo.com


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My name is…


 

Querido amigo,
 
Hoy que tengo un ratín, te escribo para contarte una cosa, a ver a ti qué te parece. Resulta que hace dos años estuve en Barcelona… ya sé que no fui a verte, ni te llamé, ni nada, pero es que iba con muy poco tiempo, porque fui a un asunto de trabajo. Fíjate si fui con poco tiempo que ni siquiera pasé por Passeig de Gràcia, que sabes que me gusta mucho… no, no sólo por las tiendas de allí, que tú crees que soy una frívola que sólo pienso en las tiendas, que te lo digo porque ni siquiera fui a ver lo que tanto me gusta, ya sabes, la Casa Batlló. Bueno, y ahora que lo pienso, cómo iba a ir a verte si entonces no existías, sí, ya sé que tienes una edad y que ya habías nacido hace dos años, pero me refiero a que no existías para mí, porque tú estabas a tus cosas y yo a las mías y cada uno en su sitio, y no nos habíamos encontrado.
 
Pero, ahora, sin entretenerme te voy a contar lo que me pasó. Como te decía, fui a un asunto de trabajo. Una editorial de Barcelona me invitó a una fiesta que le hacía a un escritor escocés, que publica con ellos y le habían dado un premio. Era un cóctel en ese hotel que es tan alto y que desde el restaurante se ven unas preciosas vistas, sí, es que no me acuerdo del nombre, pero tú ya sabes el que te digo ¿no?.
 
Pues estábamos todos allí charlando en el cóctel, y nos regalaron un ejemplar de su último libro para que nos lo dedicara, así que una persona de la editorial nos le iba presentando y le iba diciendo el nombre al autor, para que nos dedicara el libro, así que cuando me tocó a mí, me presentó…
 
She’s from Madrid. Her name is Chelo… -me presenta.
– Wow! beautiful name… skyyyyy… -dice el escritor.
– No no noooo… no sky!!!… Chelo… csi, eich, i, el, ou – le deletreo.
– Ops! it’s ok.
 
Vale, tampoco es para que te rías tanto, que te lo cuento para ver a ti qué te parece, no para que te rías. Ya sé lo que me vas a decir, que sky en inglés quiere decir cielo, y que es bonito, pero, no sé… a mí me sonó a nombre de detergente ¿no crees?, pero claro, fue muy divertido.
 
Bueno, ahora te dejo, que tengo mucho que hacer. Ya te escribo otro día… Que sí, que ahora que vivo en Barcelona te llamaré, cómo no te voy a llamar, que tienes unas cosas…
 
Besitos,

Chelo Puente, julio 2012


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Hotel Corazón


 

Hace ya algunos años que sostengo una teoría, y es que el corazón ha de ser un hotel. Ya sé que puede parecer una teoría una tanto estrafalaria, pero creo que es perfectamente desarrollable.

Esta teoría se basa en que es necesario compartimentar nuestro corazón en muchas habitaciones, a modo de hotel donde cada una de ellas la ocupe una persona queridísima para el dueño del hotel. En un principio debemos separar en alas el hotel: ala norte para los afectos familiares; ala sur para los amigos; ala este para los conocidos; ala oeste para los amores… y así sucesivamente.

Hay habitaciones de diferentes tamaños, pero todas ellas son confortables para que cada uno se sienta a gusto, y para ello es necesario que cada huésped tenga la seguridad de que no sufrirá interferencias y que el dueño, como gerente del hotel, no permitirá que nadie allane su habitación, intentando usurpar su espacio privado de cariño, que ha de ser único e intransferible.

Este  hotel deberá tener habitaciones de diferentes tipos, desde unas pequeñas, aunque todas muy agradables, a otras -menos- que son preciosas suites poseedoras de múltiples lujos afectivo-emocionales.

Cuando un nuevo huésped llega a mi hotel suele ocupar una habitación sencilla, y a medida que se prolonga su estancia puede ir ascendiendo hasta ocupar una suite, o quedarse siempre en la misma habitación, según se vayan desarrollando las cosas. Los que ocupan las suites es porque están a gusto en el hotel, y yo soy feliz sabiéndoles mis huéspedes. Estas habitaciones -poquitas- son las más preciosas y las más preciadas, las más soleadas, las decoradas con mayor esmero, las que seleccionan la mejor música, las que tienen mejores vistas, en definitva… las mejores y ésas están reservadas para los VIPS, para los que yo considero que son personas VIPS, porque no siempre están ocupadas todas suites, dado que ello requiere reunir unas cualidades determinadas.

Visto lo anterior, huelga decir que la estancia en el hotel es absolutamente libre, por lo que si en algún momento uno de los huéspedes que ocupan mi Hotel Corazón desea cambiar de hotel, me quedo entristecida, pero le dejo marchar y le ayudo a preparar su equipaje. O si fuera yo quien no le siguiera apreciando como huésped, le pediría amablemente que abandonara mi hotel, poniéndole el equipaje en un taxi.

También conviene tener dos o tres suites reservadas, las mejores para los SUPERVIPS, porque, si bien hay momentos en que pueden estar vacías, puede darse el caso de que algún huésped ascienda rápidamente a la categoría de SUPERVIP, por lo que sería recomendable su traslado. Sin embargo hay que tener cierta cautela, dado que podría ocurrir que un huésped quisiera ocupar una de estas suites sin que sea considerado SUPERVIP, y en ese caso habría que aclararle con delicadeza pero de forma rotunda que esa suite no puede ser ocupada por él. Al igual que podría darse el caso a la inversa, que como gerente, deseara que un huésped fuera SUPERVIP y que ocupara una de esas selectas suite, cuando él podría preferir quedarse en una de las habitaciones pequeñas.

Pues bien, así, con estas normas básicas y sencillas gestiono mi Hotel Corazón.

Chelo Puente, mayo 2011
2011©Chl