La librería de Chelo

Este es el blog de Chelo Puente, donde descubrirás algo sobre mí a través de las palabras escritas y leídas.


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Fan de la belleza


giocondaVolver a París y no visitar el Museo del Louvre sería un pecado casi mortal. Del mismo modo, entrar en el Louvre e ir a hacerle una visita a la Gioconda, es casi una obligación. Y no seré yo quien le reste méritos al archifamoso cuadro de Leonardo da Vinci, ni le reste calidad pictórica, ni nada por el estilo, pero sí que es cierto que me sigue sorprendiendo que, para poder saludar a la Gioconda, tengas que traspasar hasta cuatro filas de personas que se afanan por hacerse fotos con ella sin apenas dedicarle una mirada.

Pero de todo ésto, lo que más me sorprende es que, como decía anteriormente, un gran número de personas se agolpen alrededor de la Gioconda y apenas una o dos personas se detengan en el magnífico cuadro que tiene en frente, a pesar de su descomunal tamaño. Me refiero a Las bodas de Caná, de Paolo Veronese, llamado el Veronés.

OLYMPUS DIGITAL CAMERAEsta sensacional obra le fue encargada al Veronés para el refectorio del convento benedictino de San Giorgio, donde se colgó en 1563 y en cuya inmensa pared permaneció durante más de 200 años, hasta que Napoleón la sustrajo en 1797 durante la Campaña de Italia y se la llevó al Louvre donde sigue en la actualidad.

Fue una obra muy polémica en su momento, dado que se representa un pasaje del Evangelio -el primer milagro de Cristo- como si se tratara de una de las fastuosas fiestas venecianas de la época. Sobre un fondo de arquitectura renacentista a modo de telón teatral, las maravillosas figuras alrededor de la mesa destacan con sus lujosos ropajes, de aquellos colores que sólo el Renacimiento ha sabido plasmar en un lienzo… los verdes tornasolados, los rojos carmesí, los azules ultramar, reflejan obviamente una opulencia contraria a lo que debería haber representado un pasaje del Evangelio; al igual que destacan sus arriesgados escorzos.

En fin, que con esta reflexión quería pensar en que -a veces- nos dejamos deslumbrar por lo famoso y eso nos resta la oportunidad de disfrutar de la belleza menos famosa.

septiembre, 2013 © chelopuente


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Castillos de arena


gioconda belli

En este miércoles de poesía
dedicaremos unos minutos a disfrutar
de uno de los poemas de
Gioconda Belli
que más me gustan.

 

 

 

 

 

Castillos de arena

¿Por qué no me dijiste que estabas construyendo
ese castillo de arena?
Hubiera sido tan hermoso
poder entrar por su pequeña puerta,
recorrer sus salados corredores,
esperarte en los cuadros de conchas,
hablándote desde el balcón
con la boca llena de espuma blanca y transparente
como mis palabras,
esas palabras livianas que te digo,
que no tienen más que el peso
del aire entre mis dientes.
Es tan hermoso contemplar el mar.
Hubiera sido tan hermoso el mar
desde nuestro castillo de arena,
relamiendo el tiempo
con la ternura
honda y profunda del agua,
divagando sobre las historias que nos contaban
cuando, niños, éramos un solo poro
abierto a la naturaleza.
Ahora el agua se ha llevado tu castillo de arena
en la marea alta.
Se ha llevado las torres,
los fosos,
la puertecita por donde hubiéramos pasado
en la marea baja,
cuando la realidad está lejos
y hay castillos de arena
sobre la playa…

Gioconda Belli – Nicaragua, 1948

Chelo Puente – abril, 2013