La librería de Chelo

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Suite francesa


Portada del libro

Portada del libro

SUITE FRANCESA

Irène Némirovski

Traducción de José Antonio Soriano Marco

Edit. Salamandra

Imbuida de un claro componente autobiográfico, Suite francesa se inicia en París los días previos a la invasión alemana, en un clima de incertidumbre e incredulidad. Enseguida, tras las primeras bombas, miles de familias se lanzan a las carreteras en coche, en bicicleta o a pie. Némirovsky dibuja con precisión las escenas, unas conmovedoras y otras grotescas, que se suceden en el camino: ricos burgueses angustiados, amantes abandonadas, ancianos olvidados en el viaje, los bombardeos sobre la población indefensa, las artimañas para conseguir agua, comida y gasolina. A medida que los alemanes van tomando posesión del país, se vislumbra un desmoronamiento del orden social imperante y el nacimiento de una nueva época.

Según se sabe por sus notas, Suite francesa fue pensada como una composición en cinco partes, como cinco son los tiempos de una suite musical, que fue la idea de la autora, de ahí su título. Sin embargo sólo pudo escribir dos de las cinco, que son las que podemos leer. En ellas nos describe un retrato intimista de la burguesía ilustrada francesa durante la ocupación alemana, donde su presencia despertará odios, pero también historias de amores ocultos y colaboracionismo.

Irène Némirovsky - 1903-1942

Irène Némirovsky – 1903-1942

Como decía anteriormente, la historia tiene dos partes: Tempestad en junio, donde describe la huida de las familias parisinas de los bombardeos de París. Se retratan familias y personajes de todo tipo que, ante la desesperación del momento, se roban unos a los otros el agua, la comida o la gasolina sin importar su condición social. En Dolce, la estructura es de una novela y la trama se sitúa en un pueblo llamado Bussy, que es ocupado por los alemanes durante tres meses, tiempo en el que conviven con las gentes del lugar y entre los que se suscitan sentimientos contrapuestos: desconfianza y aceptación, odio y amor, resignación e incluso simpatía. 

Hace tiempo que quería leer Suite francesa, pero me resistía a hacerlo por el temor a que me encontrara con una narración de un tiempo de guerra vivido personalmente por la autora, y que este hecho -era mi temor- no le hubiera permitido distanciarse del drama que ella misma estaba viviendo, pero me alegra decir que mis temores eran infundados porque ha dotado a la narración de una extraordinaria lucidez, pero también de un desasosiego exento de sentimentalismos, para mostrarnos el reflejo fiel de una sociedad sin rumbo. Su realismo es una radiografía fiel de un país que la ha abandonado a su suerte, como a ella misma abandonó. Irène Némirovxky no llegó a vivir el momento del final de la guerra, pero fue capaz de abstraerse y plasmar un testimonio profundo y conmovedor del ser humano.

La edición de la editorial Salamandra incluye también un gran número de notas de la autora, donde se nos revela como una escritora metódica, que no dejaba sitio a la improvisación. A pesar de la escasez de papel y del peligro que corría su vida, nos ha dejado un auténtico manual de cómo nace una obra literaria. En esas notas descubrimos su afán de escribir una historia que perdurara en el tiempo y así, podemos encontrar una fechada el 2 de junio de 1942, en la que decía: “no olvidar nunca que la guerra acabará y que toda la parte histórica palidecerá. Tratar de introducir el máximo de cosas, de debates que puedan interesar a la gente en 1952 o en 2052…” y lo ha conseguido de forma magistral, porque han pasado más de setenta años, pero siguen existiendo el amor, las guerras, los sentimientos, la envidia, la desconfianza…

Hace poco os dejé un comentario de la película, que no está mal, pero que en ningún caso ha captado la grandeza de esta obra literaria. Ahora que he leído esta maravilla inconclusa sólo puedo pensar cómo habría sido leer la suite completa. Sí lo sé, hubiera sido sublime.

¡Felices lecturas, amig@s!