Ayer se conoció el ganador del Premio Cervantes 2019, galardón que este año ha recaído sobre el gran poeta catalán
JOAN MARGARIT
El jurado ha destacado que… su obra poética de honda transcendencia y lúcido lenguaje siempre innovador ha enriquecido tanto la lengua española como la lengua catalana, y representa la pluralidad de la cultura peninsular en una dimensión universal de gran maestría.
Con uno de mis poema favoritos de Margarit, No tires las cartas de amor, el ministro de cultura José Guirao anunciaba el premio y yo para rendirle mi humilde homenaje, os dejo este poema, que no es la primera vez que aparece en este rincón.
NO TIRES LAS CARTAS DE AMOR
Ellas no te abandonarán. El tiempo pasará, se borrará el deseo -esta flecha de sombra- y los sensuales rostros, bellos e inteligentes, se ocultarán en ti, al fondo de un espejo. Caerán los años. Te cansarán los libros. Descenderás aún más e, incluso, perderás la poesía. El ruido de ciudad en los cristales acabará por ser tu única música, y las cartas de amor que habrás guardado serán tu última literatura.
Ahora que se acerca el tan publicitado día de San Valentín he elegido un precioso poema del poeta catalán
JOAN MARGARIT
que nos habla de amor y se su expresión en las cartas de amor.
NO LLENCIS LES CARTES D’AMOR
Elles no t’abandonaran. Passarà el temps, s’esborrarà el desig -aquesta fletxa d’ombra- i els rostres sensuals, intelligents, bellíssims, s’ocultaran en un mirall dins teu. Cauran els anys i avorriràs els llibres. Davallaràs encara, i perdràs, fins i tot, la poesia. El soroll fred de la ciutat als vidres anirà esdevenint l’única música, i les cartes d’amor que hauràs guardat la teva última literatura.
Joan Margarit – Sanaüja, 1938
NO TIRES LAS CARTAS DE AMOR
Ellas no te abandonarán. El tiempo pasará, se borrará el deseo -esta flecha de sombra- y los sensuales rostros, bellos e inteligentes, se ocultarán en ti, al fondo de un espejo. Caerán los años. Te cansarán los libros. Descenderás aún más e, incluso, perderás la poesía. El ruido de ciudad en los cristales acabará por ser tu única música, y las cartas de amor que habrás guardado serán tu última literatura.
En 1978, Elena Poniatovska-Premio Cervantes 2013- publicaría Querido Diego, te abraza Quiela, su libro más traducido y que la editorialImpedimenta ha rescatado para que podamos disfrutar plenamente de sus 96 maravillosas páginas.
En el otoño de 1921 y durante casi un año, la pintora rusa Angelina Beloff fue enviando una tras otra, cartas a su amado el pintor mexicano Diego Rivera, con el que había compartido 10 años de su vida y que se había marchado a México, dejando a la amante Quiela-diminutivo con el que Rivera llamaba a Angelina– sola en París envuelta en el dolor por su pérdida.
La relación que mantuvieron estuvo rodeada de pobreza, amor atormentado, dolor por la pérdida de su único hijo -que murió en el fatídico invierno de 1917, con solo año y medio- y una adoración extrema de Angelina hacia Rivera, del que pretendía obtener la compasión necesaria para que le permitiera volver a su lado. A cambio, Rivera le correspondía con la tiranía, brutalidad y egolatría del genio que fue.
Elena Poniatovska, 1932-
A lo largo de las cartas que Angelina Beloff le escribió -y de las que no tuvo respuesta- se va percibiendo el dolor, el tormento y la devoción casi enfermiza que Quiela le profesaba, llegando a estar anulada como artista y como mujer. No se da por vencida, sólo espera unas líneas de Rivera en las que le pida que vaya a México para abandonarlo todo y correr a su lado. Ni siquiera las palabras de su amigo y compatriota Zadkin le hicieron cambiar: «Angelina ¿qué no ves que el amor no puede forzarse a través de la compasión?»
A pesar de las recomendaciones de sus amigos, Quiela seguía esperando que Rivera le permitiera viajar a México para vivir a su lado. En una de las últimas cartas que le escribió, le decía: «…siempre traté de facilitar tu vida para que pintaras a pesar de la pobreza. Incluso ahora, me conformaría con mezclar tus colores, limpiar tu paleta, tener los pinceles en perfecto estado, ser tu ayudante y no embarazarme…» Tremendo acto de humillación.
Es curioso que no sea el único caso en el que la supuesta genialidad de un marido artista ha eclipsado por completo la excepcional calidad artística de su mujer. En este caso, Diego Rivera no solo eclipsó a Angelina -su mujer durante 10 años- sino que también lo hizo después con Frida Kalho, cuya obra artística permaneció en la sombra mientras vivió Rivera. Exactamente igual que pasó entre Rodin y Emil Claudel.
En fin, un testimonio doloroso e impresionante que recomiendo leer.
¡Feliz lectura, amigos!
P.D. Si alguien desea tenerlo, lo tengo en la librería
Esta breve novela de apenas 80 páginas, narra la historia de dos grandes amigos Martiny Max que montan una galería de arte en California. Uno de ellos, decide volver a su Alemania natal con su familia y a partir de aquí se suceden una serie de cartas con las que se comunican.
Cuando Martin llega a Munich, un -aún desconocido- Adolf Hitler comienza a dar qué hablar, y poco a poco, a través de las cartas -que se intercambian entre ellos- se aprecia el avance del nazismo, y el cambio que se va produciendo en Martin.
La primera vez que se publicó Paradero desconocido fue en la revista estadounidense Story, en septiembre de 1938 y causó un gran interés. En 1939 Simon & Shuster lo publicó en forma de libro y vendió cincuenta mil ejemplares, algo insólito para la época. Hamish Hamilton lo publicó en Inglaterra, igualmente con gran éxito, y empezó a traducirse a otros idiomas. También se publicó en Amsterdam, pero ya la mayor parte de Europa estaba dominada por Hitler, y la edición desapareció, pasando a formar parte de los libros prohibidos por el Reichskommisar.
Hicieron falta sesenta años más, para que este libro volviera a editarse en Europa, y la editorial RBA nos ha sorprendió en 2010 con esta edición especial.
Ya en 1938 The New York Times Book Review dijo de él que era…
«la más efectiva denuncia contra el nazismo publicada en literatura de ficción».
Os recomiendo esta hora de lectura intensa e interesante. Leer para recordar, leer para no olvidar…