Un día 28, pero de octubre de 1999, nos dejó para siempre RAFAEL ALBERTI, el último representante vivo de la Generación del 27.
En sus 96 años de vida le dio tiempo a vivir mucho, a vivir intensamente, a comprometerse, a sublevarse, a exiliarse, a volver del exilio, pero sobre todo, le dio tiempo a dejarnos un legado poético inigualable.
Mi pequeño homenaje consiste en dejaros un poema, elegido -para la ocasión- de entre la cantidad de ellos que podría haber elegido, de cualquiera de los que me ha acompañado a lo largo de mi vida, pero hoy, he elegido éste.
IN MEMORIAM…
LO QUE DEJÉ POR TI
Dejé por ti mis bosques, mi perdida
arboleda, mis perros desvelados,
mis capitales años desterrados
hasta casi el invierno de la vida.
Dejé un temblor, dejé una sacudida,
un resplandor de fuegos no apagados,
dejé mi sombra en los desesperados
ojos sangrantes de la despedida.
Dejé palomas tristes junto a un río,
caballos sobre el sol de las arenas,
dejé de oler la mar, dejé de verte.
Dejé por ti todo lo que era mío.
Dame tú, Roma, a cambio de mis penas,
tanto como dejé para tenerte.
Rafael Alberti – Puerto de Santa María, 1902 – Idem, 1999
Chelo Puente – septiembre, 2012