La librería de Chelo

Este es el blog de Chelo Puente, donde descubrirás algo sobre mí a través de las palabras escritas y leídas.


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Lo que pudo haber sido…


Un viernes, nada más abrir por la tarde, una chica treinteañera se paró en nuestra caseta y compró un libro, la atendió mi joven compi. Cuando fue a pagar lo hizo con un billete de 20 euros, que tenía escrito un número de teléfono móvil…

– Perdona, pero en el billete tienes anotado un número de móvil -le dijo mi compi.
– Ah, no, no es mío, no lo he anotado yo.
– Vale, te lo decía por si te pudiera hacer falta.
– No, pero… pensándolo bien, dame el billete a ver qué número es. Voy a llamar, no vaya a ser que sea del hombre de mi vida -cogió el billete, su móvil y llamó- Pues no, era de una chica extranjera y no me entendía… no ha habido suerte -dijo ella.

Pagó su libro con el billete y se marchó. Yo estaba sorprendida del atrevimiento de la chica, y le dije a mi joven compi… esta chica, mira que llamar así, sin más… no sé… no, ¿por qué? si le sale bien hubiera tenido plan para esta noche -me contestó. Entonces recordé lo que una vez me dijo un amigo… a veces piensan si habrá otra oportunidad… y pensé… creo que me hago mayor…


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Una tarde de lluvia…


Llevaba toda la tarde lloviendo, lloviendo sin parar. Apenas había gente en la Feria, el Paseo de coches, donde están las casetas, estaba vacío, lo que hizo de la tarde un auténtico aburrimiento. 

A última hora, a lo lejos, caminando sin prisas, erguido, con andar casi altanero, con porte elegante y desafiando al tiempo, le vi como se acercaba y se paraba ante mi caseta, empapado de lluvia. De su cabello rizado caían gotas de agua que se deslizaban por su rostro. 

– ¿Tienes La gaviota de Sándor Marai?
– Sí -le contesté.
– Qué bien, lo estoy buscando… nadie lo ha traído a la Feria -me dijo. 

Recuperé el libro de su lugar en la estantería, se lo cobré y lo metí en una bolsa. 

– No me des bolsa -dijo. 
– Se te mojará -le contesté. 
– Lo guardaré bajo mi chaqueta, cerca del corazón, donde se guardan los recuerdos y la buena literatura.

Y le vi alejarse como había llegado… caminando sin prisas, erguido, con andar casi altanero, con porte elegante, desafiando al tiempo, empapado de lluvia y protegiendo con mimo su tesoro.

 

 

.2011© Chelo Puente