Me decía el día anterior una amiga que se nos estaban yendo los mejores y eso que en ese momento aún no sabíamos que el jueves pasado, día 11 de junio emprendería su último viaje, a los 78 años, la barcelonesa
ROSA MARÍA SARDÀ
Actriz de cine y de teatro en los que ha hecho tanto comedia como drama. Presentadora, comunicadora, humorista y directora teatral, de la que Berlanga decía que era nuestra mejor actriz y el tiempo y su trabajo la otorgaron diferentes premios, incluido el Terenci Moix, creado como homenaje al que fue un gran escritor y un amigo para ella,
como también lo fue el dramaturgo Josep María Benet,
que también nos ha dejado recientemente.
La recuerdo en especial presentando los Goya con ese humor tan característico suyo;
y también recuerdo el personaje de la madre de la hermana Rosa,
en Todo sobre mi madre, de Pedro Almodóvar. De este personaje ella decía que era
«breve, nada amable y difícil, como nos gusta a las actrices».
También la recuerdo en aquellos sketch que junto al personaje de Honorato
nos hacía reír con un humor tan sutil y que veíamos en televisión a finales de los 80.
¡Buen viaje, Rosa María Sardà, que el universo te acoja!
Ahora que sé dónde está el Tiffany de aquí, cualquier día -frente a su escaparate- me tomaré un «desayuno con diamantes» mientras planeo unas «vacaciones en Roma» como una «fair lady», sin olvidar que tengo que organizar «un encuentro en París» con «Sabrina» y «los que no perdonan», ésos que creen en los «lazos de sangre», porque si no se organizará una «guerra y paz» y terminaremos «solos en la oscuridad» viajando «dos en la carretera».
Hace unas semanas unos amigos me comentaron que habían visto la película La gran belleza y que les había gustado y eso nos dio pie a soñar con lugares maravillosos de Roma. Como compartimos gustos literarios, afinidades de carácter y filosofía ante la vida, me decidí, les hice caso y fui a verla.
En Roma, durante el verano, nobles decadentes, arribistas, políticos, criminales de altos vuelos, periodistas, actores, prelados, artistas e intelectuales tejen una trama de relaciones inconsistentes que se desarrollan en fastuosos palacios y villas. El centro de todas las reuniones es Jep Gambardella (Toni Servillo), un escritor de 65 años que escribió un solo libro y practica el periodismo. Dominado por la indolencia y el hastío, asiste a este desfile de personajes poderosos pero insustanciales, huecos y deprimentes.
Escena de La gran belleza
Pues sí, me encontré ante una película de más de dos horas de duración que se me hizo corta. Con una película que me dejó fascinada. Con una fotografía espectacular de bellísimos rincones de Roma, una ciudad que cada vez que he estado me ha fascinado un poco más. Con un tema que me trajo recuerdos fellinianos de la Dolce vita, aquella magnífica película con Marcello Mastroiani y la exhuberante Anita Ekberg (decidme si no os recuerda esta foto a la escena del baile de La dolce vita). Con una película de crítica social a ese grupo de ricos excéntricos que basan su vida en fiestas y extravagancias. Con un escritor de un solo libro, que forma parte de ese privilegiado grupo social romano y que, desde la fabulosa terraza de su ático frente al Coliseo, a veces se cuestiona si esa es su única forma de vida posible.
No es que para mí sea lo más importante, porque hay veces que no coincido con los gustos de la Academia de Cine de Hollywood, pero creo que, en este caso, conviene señalar que La gran belleza ha obtenido premios importantes, entre ellos el Oscar a la Mejor película de habla no inglesa 2013, o el Premio Bafta a la Mejor película de habla no inglesa 2013, o el Premio en la Sección oficial de largometrajes del Festival de Canes 2013, además de los cuatro Premios del Cine Europeo 2013 y sí, en este caso creo que esta película de Paolo Sorrentino, los merece.
Bien, ya veis que efectivamente me ha gustado mucho, así que sólo me queda deciros que, si sois aficionados a un cine menos comercial, no os la perdáis, porque merece la pena.