La librería de Chelo

Este es el blog de Chelo Puente, donde descubrirás algo sobre mí a través de las palabras escritas y leídas.


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La importancia de llamarse…


chelo-playaYa desde que era niña, me viene ocurriendo lo mismo, y es que hay ciertas personas que tienen dificultad en recordar que mi nombre es Chelo (de Consuelo) y no Charo (de Rosario).

 Es por ésto que cuando era una cría pequeña, yo no me quería llamar Chelo, porque la gente se confundía y porque además, ninguna niña se llamaba así, incluso en mi círculo cerrado de niña, tampoco había nadie que se llamara Chelo, ni siquiera Consuelo, bueno… Consuelo sí, Consuelo se llamaba la tata, pero para mí, entonces, la tata se llamaba Tata.

En mi colegio no había ninguna niña que se llamara como yo, todas se llamaban Maricarmen, Marijose, Conchi, Rosi, Charo, Maripili… pero ninguna se llamaba Chelo… y yo no me quería llamar Chelo, me quise llamar Maripili, como muchas de ellas. Hizo falta que llegara al Instituto (16 años) para encontrarme con una chica de mi edad que se llamaba como yo.

Bien, pues una tarde, vino a la librería que tenía en Madrid una mamá -cliente de la librería- con su hijo pequeño de 4 años, que era un encanto, la mamá y el niño, y él siempre me llamaba Charo. Su mamá, pacientemente le corregía, no se llama Charo, se llama Chelo, pero a él le costaba, aunque lo intentaba. Charo, ¿dónde está el cuento que tenía un coche? me preguntaba; Charo ¿sabes que he estado en la playa?, y su mamá le volvía a corregir no se llama Charo, se llama Chelo.

Cuando terminamos y ya se iban, le dijo su mamá… ¿le has dicho adiós a Chelo? y él voluntarioso y educado, me dijo, saludando con su manita… adiós CHALO… no, no, no lo he escrito mal, es que el pobre se hizo un lío y mezcló los dos nombres. ¡¡Me encantan los niños!! 

 febrero, 2014 © chelopuente


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Amor de madre


deseos

Cuando tenía mi librería al público en Madrid, una mañana vino una señora a la librería y…

– Buenos días, busco un libro que me ha dicho mi hija, pero no recuerdo bien el título, se llama algo… de la ceguera.
– ¿Te refieres a Ensayo sobre la ceguera –le dije.
– Sí, ése es.
Le enseñé todas las ediciones que tenía en la librería, y…
– Pero… yo quiero el de Miguel Delibes – me dijo.
– ¿De Miguel Delibes?
– Sí – afirma con seguridad.
– Es que… Ensayo sobre la ceguera, lo escribió Saramago – le dije suavemente.
– No, no, mi hija me ha dicho que lo escribió Miguel Delibes, y que ha muerto hace poco.
– Bueno, es que Saramago también ha muerto hace poco, y quizá, por eso, no hayas interpretado bien a tu hija, o quizá tu hija se confundió.
– No, no, además mi hija lee mucho.
– Ya.
– Y tú… ¿me lo puedes buscar? -me preguntó insistente.
– Yo te lo buscaría encantada por donde fuera, pero no puedo buscar algo que sé que no existe, porque en toda su vida, Miguel Delibes, jamás escribió ningún libro titulado Ensayo sobre la ceguera, porque ese libro lo escribió José Saramago – le insistí.
– Pues no sé, creo que no me lo voy a llevar, le voy a consultar primero a mi hija…

Y yo, me quedé anotándolo en mi libreta de deseos imposibles mientras pensaba en mis cosas.

octubre, 2013 © chelopuente


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Mientras caía la tarde


el cuerpo humano

EL CUERPO HUMANO

Paolo Giordano

Edit. Tusquets

ave del paraiso

 

 AVE DEL PARAÍSO

Joyce Carol Oates

Edit. Alfaguara

 

 

 

 

Mientras caía la tarde de este domingo que terminó siendo lluvioso, ojeaba y hojeaba dos de las últimas adquisiciones para los clientes y amigos de www.lalibreriadechelo.com y pensaba en ellos, en cada una de las personas que conozco y cual de ellos le gustaría a cada uno, y también pensaba que quizá le agradaría tenerlo a una persona desconocida.

La nueva novela de Paolo Giordano El cuerpo humano hace tan sólo 10 días que está a la venta en las librerías y estoy segura de que este joven autor volverá a fascinarnos, como ya lo hizo con La soledad de los números primos.

De Ave del paraíso no se te olvidarán esos personajes tan dramáticos viviendo en una vida en que la apariencia a veces sustituye a la verdad. Y es que la señora Oates -candidata al Premio Nobel- te dejará con ganas de leerla más.

Chelo Puente – marzo, 2013


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La librería online


 

 portada web

 

Querid@ amig@:

Casi un año después del cierre de la librería de Madrid, del cambio de ciudad y de vida, La Librería de Chelo abre de nuevo sus puertas, o en este caso más bien su ventana virtual.
Te dejo el enlace de La Librería de Chelo …online donde podrás encontrar algún libro que seguro que te apasionará, porque continuo fascinada por y con los libros.
Ahora estaré más cerca si cabe, porque puedes acceder a la librería desde tu propia casa.Te espero y deseo que disfrutes de tu paseo por la web.
Recuerda… sólo estoy a un click de ti…

http://www.lalibreriadechelo.com/


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Cuando realidad y ficción se confunden.


Anoche cuando preparaba todas las cosas para iniciar la semana, al consultar mi agenda vi que hoy había quedado en recoger un libro que necesitaba una de nuestras «clientes superfavoritas», así que esta mañana, a primera hora me he dirigido a esa editorial.  

A pocos metros de la mismísima Puerta del Sol, se encuentra dicho lugar, en un piso de uno de los edificios antiguos de la zona. Subo al piso y llamo a la puerta… un cerrojo se descorre y la puerta se abre. Ante mí aparece la figura de un hombre de edad indefinida, pero bastante superior a la mía. Su aspecto me recuerda a aquellos universitarios de los años 60-70… pantalón de pana, botas de piel vuelta, shetland que cubre una camisa de cuadros y una poblada barba que casi oculta su rostro; bajo sus gafas unos ojos claros con un aire soñador… 

La estancia es acorde con tan sorprendente figura. Paredes cubiertas de estanterías de esa madera que ya no se ve por ningún sitio. Están llenas de libros en un aparente desorden, o quizá en un caótico orden, no lo sé. En los escasos huecos que dejan los libros que reposan en sus estantes, atisbo unas paredes cubiertas de un papel similar al que había en las paredes de las casas de mi infancia. El suelo de madera cruje a cada paso que damos; huele a madera, a tinta, a papel, a nostalgia, a recuerdos… a pasado. 

Mientras me busca el libro y me prepara la factura, sigo observando y noto una extraña sensación, como si ya hubiera estado en ese lugar. En la única pared que no tiene estanterías, una bandera republicana parece añorar lo que pudo haber sido; una foto de Bakunin acorde con lo anárquico del lugar; y un viejo cartel con una borrosa cita en catalán, bajo una foto de Puig Antich, recuerdan a un Salvador que no fue salvado… 

De repente, me dice… 

– ¿Te sorprende el lugar?. Noto que lo observas con atención.
– No, no… disculpa si te he parecido indiscreta, lo siento… – le digo avergonzada al verme sorprendida en mi observación.
– Es normal que te sorprenda… eres tan joven… – me dice con cierta melancolía.
– Que va… soy joven como librera… como persona, no lo soy tanto, no creas… es que es extraño… por un momento me ha parecido que ya había estado en este lugar – le digo.
– No, aquí no has estado nunca… te recordaría…
– No, si ya sé que no he estado nunca, pero es que, creo que este lugar es como me imaginé que sería la trastienda de la librería que visitaba Pol Albión con su tío, donde se vendían las lecturas censuradas, en la Catalunya de posguerra, de la novela de Andreu Carranza…
– Mi padre también tuvo una librería con trastienda, como la de Imprenta Babel, pero aquí en Madrid… – me dice con una sonrisa de complicidad. (Conocía el libro y comprendía mi sensación). 

Cuando ya tengo mi libro, mi factura y le he pagado, nos despedimos, y me tiende su mano estrechando la mía en un cálido apretón de manos… Bueno, hasta otra vez, y bienvenida al mundo mágico de los libros «jovencomolibrera, comopersonanolosoytanto» ,y yo, todavía impresionada, solo le sonrio.  

Cuando bajo las escalera de madera pienso que, este encuentro presagiaba un lunes lleno de emociones, y porque, por un momento, he tenido la sensación de ser un personaje dentro de una novela, de confundir la realidad con la ficción… mientras tarareo la canción de Serrat Es caprichoso el azar, porque el azar te hace vivir momentos extraordinariamente extraños… 

Chelo Puente, octubre 2010.

 


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el expositor…


Anécdotas de contenedor.

Sólo quedan dos expositores de libros para dejar en los contendores de reciclaje. Rodando por la acera dejo uno esta mañana. Cuando vuelvo con el otro, un chico gitano carga el primero en un camioncito.

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– Ése también lo vas a dejar -me pregunta.
– Sí, también dejo este giratorio -contesto.
– Pues ése me lo voy a llevar yo a mi casa -me dice.
– ¿A tu casa? ¿y dónde lo vas a poner?
– En el comedor, para que los muchachos pongan sus libros.

Nota mental: me alegro de que el expositor de libros siga cumpliendo su función.

Buenas tardes de primera tarde libre.

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