Cuando fui a ver la exposición de Xavier Masero, que se muestra en el Museu Marítim de Barcelona con el título de Continents i onades al taller, me vinieron a la memoria estos versos de una canción de Luis Eduardo Aute:
El mar es más que un paisaje,
también es un sentimiento,
es un corazón que late
negándose a seguir muerto…
porque, al igual que para el autor, para mí el mar es más que un paisaje, y como para el artista el mar es un sentimiento.
Como decía antes, con el título de Continents i onades al taller, encontramos un conjunto de ánforas suspendidas en una estructura metálica de cuadrícula. En ella se nos muestra el universo marítimo de Xavier Masero, más allá de la función útil que poseyeron como objetos contenedores de épocas fenicias, a lo largo de su peregrinaje en la expansión de la cultura a lo largo del Mediterráneo.
Estos objetos “No son meros contenedores sin alma…” nos dice el artista. Ahora, esto ya lo digo yo, son importantes no por su utilidad, ni siquiera por su contenido, sino por la belleza que poseen en sí mismos, y porque todo depende de nuestra mirada. Al mirarlos descubrimos todo aquello que atesoran en sus formas voluptuosas, porque… «es en la mirada donde reside el deseo y donde descubrimos lo que anhelamos» vuelve a decirnos el artista. Es en su mirada y en la nuestra donde reside toda la belleza de estas obras realizadas en cerámica y pintadas con conchas, peces, medusas…
Y ahora que está a punto de concluir su estancia en el Museo, os animo muchísimo a que vayáis a verla, si es que aún no lo habéis hecho, porque termina el próximo 3 de marzo, y sería una pena que os quedarais sin verla. Bueno, salvo que el Museo decida comprarla para que forme parte del fondo permanente, y eso sería una gran noticia porque seguiría luciendo en todo su esplendor en esa sala rodeada de ventanales por los que se cuela la luz en su periplo por culturas y mares, durante un tiempo infinito, como el mar y la belleza.