La librería de Chelo

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Querido Diego, te abraza Quiela


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QUERIDO DIEGO, TE ABRAZA QUIELA

Elena Poniatovska

Edit. Impedimenta

 

En 1978, Elena Poniatovska -Premio Cervantes 2013- publicaría Querido Diego, te abraza Quiela, su libro más traducido y que la editorial Impedimenta ha rescatado para que podamos disfrutar plenamente de sus 96 maravillosas páginas.

En el otoño de 1921 y durante casi un año, la pintora rusa Angelina Beloff fue enviando una tras otra, cartas a su amado el pintor mexicano Diego Rivera, con el que había compartido 10 años de su vida y que se había marchado a México, dejando a la amante Quiela -diminutivo con el que Rivera llamaba a Angelina– sola en París  envuelta en el dolor por su pérdida.

La relación que mantuvieron estuvo rodeada de pobreza, amor atormentado, dolor por la pérdida de su único hijo -que murió en el fatídico invierno de 1917, con solo año y medio- y una adoración extrema de Angelina hacia Rivera, del que pretendía obtener la compasión necesaria para que le permitiera volver a su lado. A cambio, Rivera le correspondía con la tiranía, brutalidad y egolatría del genio que fue.

Elena Poniatovska, 1932-

Elena Poniatovska, 1932-

A lo largo de las cartas que Angelina Beloff le escribió -y de las que no tuvo respuesta- se va percibiendo el dolor, el tormento y la devoción casi enfermiza que Quiela le profesaba, llegando a estar anulada como artista y como mujer. No se da por vencida, sólo espera unas líneas de Rivera en las que le pida que vaya a México para abandonarlo todo y correr a su lado. Ni siquiera las palabras de su amigo y compatriota Zadkin le hicieron cambiar: «Angelina ¿qué no ves que el amor no puede forzarse a través de la compasión?» 

A pesar de las recomendaciones de sus amigos, Quiela seguía esperando que Rivera le permitiera viajar a México para vivir a su lado. En una de las últimas cartas que le escribió, le decía: «…siempre traté de facilitar tu vida para que pintaras a pesar de la pobreza. Incluso ahora, me conformaría con mezclar tus colores, limpiar tu paleta, tener los pinceles en perfecto estado, ser tu ayudante y no embarazarme…» Tremendo acto de humillación.

Es curioso que no sea el único caso en el que la supuesta genialidad de un marido artista ha eclipsado por completo la excepcional calidad artística de su mujer. En este caso, Diego Rivera no solo eclipsó a Angelina -su mujer durante 10 años- sino que también lo hizo después con Frida Kalho, cuya obra artística permaneció en la sombra mientras vivió Rivera. Exactamente igual que pasó entre Rodin y Emil Claudel.

En fin, un testimonio doloroso e impresionante que recomiendo leer.

¡Feliz lectura, amigos!

P.D. Si alguien desea tenerlo, lo tengo en la librería

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