Una mañana, en la playa, mientras me entregaba con placer a un sol mediterráneo y matutino, asistí a la conversación de una hija de treinta y muchos, con su madre de sesenta y muchos…
– Ya estás otra vez con eso -dice la hija.
– Ay, hija! Ya sabes que me gusta mucho leer.
– Ya, pero no leas eso mamá, por favor -dice la hija indignada.
– Yo leo de todooo!! -apostilla la madre.
– Sí, pero… TODO DE LO MISMO!!
– Me gusta… ¿qué pasa?, cada uno tiene su gusto.
– Pues pasa que esas lecturas, te dejan como atontada -continúa la hija.
– No sé por qué dices éso.
– Pues porque luego te crees que eres la protagonista, y pretendes que papá sea un caballero del highlander ese, y vamos…
– Anda, déjame, que está muy interesante -le dice cariñosamente la madre con una sonrisa.
La madre lee En busca del highlander, una novela romántica de Sherryl Kenyon, y la hija Mal de escuela un ensayo de Daniel Pennac, y la imagino profesora de chicos adolescentes, preparándose para la vuelta al cole.
Viendo que no tiene nada que hacer, la hija vuelve a abrir su libro, con la seguridad de que tiene la batalla perdida, y ambas se entregan a sus respectivas lecturas, y yo me quedo pensando que es fundamental separar la ficción de la realidad, aunque, muchas veces la realidad supere la ficción.
2014 © chelopuente