Fue en octubre de 1980 cuando visité Málaga por primera vez. Desde entonces, casi todos los años he pasado algunos días allí, porque -desde ese mismo momento- me enamoré de la ciudad, de sus lugares y de sus gentes.
Es por ello que, cada año -casi cumpliendo un ritual- me paseo por la calle Granada (zona peatonal) en plena judería malagueña; al lado del Museo Picasso; nada más atravesar la Plaza de la Merced, donde se encuentra la casa que vio nacer a Picasso y donde pasó su infancia correteando por sus callejuelas; enfrente de la Iglesia de Santiago con su campanario mudéjar; a los pies de la majestuosa Alcazaba; a la espalda de los jardines del poeta y filósofo judío Gabirol, que nació en Málaga, allá por el siglo X.
Pues bien, rodeada de todas estas joyas culturales, se encontraba la que un día fue la Librería Pepe Negrete, hoy -desde hace años- ya desaparecida, pero que fue durante años un lugar ineludible, un lugar en el que pasar un rato rodeado de la historia de la literatura.
Recuerdo como si fuera hoy las escapadas a su librería, en esas horas del final de la siesta en las tardes calurosas malagueñas, en las que, con un susurro decíamos… nos vamos a Pepe Negrete… Allí, en el primer piso de esta pequeña casa-librería y sentado en su sillón de mimbre junto al balcón, encontrábamos a Pepe Negrete, siempre leyendo. Su aspecto reflejaba la humanidad del sabio, atesorador de muchas lecturas, poseedor de muchos años vividos. y de una gran cultura. Yo le conocí ya anciano, pero sé que fue un gran activista de la cultura en aquellos años sombríos del pasado.
La Librería de Pepe Negrete fue uno de los reductos culturales de la Málaga de los años oscuros del franquismo. Según me han contado, Pepe Negrete fue el gran conseguidor de libros prohibidos de la época, publicados en editoriales de Latinoamérica o en París; y su trastienda fue un lugar de encuentro para los intelectuales amantes de la cultura de aquella Málaga, de la que se decía que por cada mil tabernas, solo había una librería. Cuentan también, que su hemeroteca atesoraba cien años de publicaciones.
He rebuscado en mi biblioteca y he encontrado un libro que compré en su librería; es Fiesta, de Hemingway; lo abro y en su primera página encuentro estampado mi ex-libris y una nota que dice: Comprado en la Librería Pepe Negrete (Málaga) el 18 de septiembre de 1986.
En aquel momento, nada presagiaba que sería el último libro que compraría allí, porque, al año siguiente, cuando volví en otoño, la librería estaba cerrada… Pepe Negrete había muerto el 15 de octubre de 1987. Aún hoy, cuando paso por allí, me sigo parando delante de la fachada y levanto la vista hacia el balcón, y -a veces- me parece ver la silueta de Pepe Negrete sentado en su sillón de mimbre… leyendo, como siempre.
diciembre, 2013 © chelopuente
15 de octubre de 2012 en 07:20
Yo no conseguí llegar a ver y conocer al Sr. Negrete, aunque por lo que cuentas -Yo que he tenido el placer de pasear por esas calles- parece que pueda verle en ese balcón.
Es cierto que las librerías tienen o tenían algo especial. Yo de joven -que tiempos aquellos- trabajé en una durante cuatro años, en aquellos tiempos tener acceso a tan basta cultura era todo un privilegio.
El día que pisé por primera vez tu librería, toda una serie de recuerdos me inundaron la mente. Estar detrás de un mostrador de un lugar como aquel, sin duda marca para toda la vida.
No te quepa duda -porque además lo he sentido ya- que en un futuro la gente recordará La Librería de Chelo como una parte de su vida, de su historia. Has sido para muchos nuestra Librera de Cabecera con Mayúsculas y eso amiga mía, se lleva para siempre impregnado bajo la piel…
…no te quepa la menor duda.
Un beso.
15 de octubre de 2012 en 20:55
Muchas gracias, Josep!!
Yo tampoco olvidaré nunca La librería de Chelo, porque para mí fue un reducto donde hacer realidad los sueños.
Un beso, amigo mío.
15 de octubre de 2012 en 14:09
Yo no he tenido la suerte de conocer la librería de Pepe Negrete, pero el sentimiento que me inunda cuando entro en cualquier librería, siempre es el mismo… un viaje que sabes cuando empieza pero nunca cuando termina y toda la emoción que eso te produce.
Un abrazo y gracias…
15 de octubre de 2012 en 20:58
Tienes toda la razón, M. Son esos lugares mágicos.
Un abrazo.
20 de diciembre de 2013 en 08:54
Que bonito lo contaste.
Tengo pendiente Málaga, (no, no digas nada, es imperdonable).
Pero creo que de este año próximo no pasa que baje a hacer una visita por sus calles y cómo no. por el museo Picasso.
Besos.
20 de diciembre de 2013 en 09:17
Creo que te gustará mucho y cuando vayas al Museo Picasso y pases por la calle Granada, casi en frente de la Iglesia de Santiago, puedes ver la casita con el balcón donde leía Pepe Negrete. Es la foto que he puesto al texto.
Besos de fin de semana.
20 de diciembre de 2013 en 09:31
Gracias,
Intentaré que no se me pase por alto..
Besos de fiestas.
20 de diciembre de 2013 en 08:59
Lo he vuelto a leer y sigue fascinándome a modo de relato/experiencia/memoria.
Gracias de nuevo por acercarnos a la cultura de la historia desde otro punto de vista.
Besos cercanos a la Navidad.
20 de diciembre de 2013 en 09:11
Hay lugares que rebosan cultura y que, por alguna razón, fueron parte de nuestra historia y por eso son un grato recuerdo.
Buen viernes y besos soleados.
20 de diciembre de 2013 en 15:44
Magnifico relato sentido de una ciudad, de un hombre sabio, de ese lugar al que hemos acudido con devoción buscando ese libro prohibido que solo se podía encontrar en la trastienda, bajo mano y gracias a la labor casi detectivesca de los libreros… y del que salíamos con el corazón desbocado y las mejillas rojas de la emoción… qué puedo decirte que no hayas vivido de forma apasionada y tenaz durante años…
Muchas gracias Chelo, es precioso.
Besos de fin de semana.
20 de diciembre de 2013 en 16:54
Oh, Bárbara, como me alegra que te haya gustado. Era uno de esos lugares mágicos que te dejan huella.
Un beso enorme.
20 de diciembre de 2013 en 21:34
Otro para ti del mismo tamaño !!!
20 de diciembre de 2013 en 21:37
🙂
7 de enero de 2014 en 10:53
La calle Granada y toda la judería ya tiene un encanto especial, la mezquita-iglesia de Santiago, (donde te llevaban el domingo a misa de 8), la freiduría , que vendía el pescaito en cartucho de papel de periódico, más abajo Zulaica, para comprar la ropa de gimnasia para el cole…..La Campana…y acera arriba la librería de Pepe Negrete.. para acabar en la Plaza de la Merced, y el cine Victoria (mi estreno en cine con mi abuela María: una de vaqueros; no logré entender cómo metían tantos caballos en la pared…)
En fin, un mundo mágico, que vive siempre en los recuerdos de cada uno.
Me ha encantado ese paseo mágico que has hecho por esos lugares.
7 de enero de 2014 en 14:01
Un paseo que, siempre que puedo, me gusta hacerlo físicamente también. Pero, cuando no puede ser, recurro a la ensoñación y disfruto de esos lugares mágicos.
Me alegra que te haya gustado.
24 de diciembre de 2014 en 04:26
Me tope con este blog de casualidad, gracias por tan hermosas palabras, soy su nieta y por desgracia no tuve el privilegio de conocerlo, siempre me llegan siempre bonitas referencias;
29 de diciembre de 2014 en 22:36
Me alegra saber que te han gustado mis palabras, son totalmente sinceras. Visitar su librería era pasar un rato muy agradable y que recuerdo con mucho cariño.
Bienvenida a este rincón donde siempre serás bien recibida.
18 de marzo de 2016 en 17:52
Acabo de encontrar un libro de García Lorca Romancero Gitano comprado por mi madre en la Liberia Negrete, en agosto 1987, a ella le gustaba mucho de ir. Gracias por tu relato, me gusto leer sobre la libreria.
18 de marzo de 2016 en 18:55
No me extraña que le gustase ir, era una librería donde era una delicia estar.
Un saludo.
Pingback: Episode 19: Author, poet and singer song-writer Isabel Ros-López – Literary South
4 de mayo de 2017 en 15:31
Querida Chelo, muchas gracias por estas palabras dedicadas a mi tío. Te diré también que fue poeta. Y si era buen librero, mejor era como persona. Nunca podré olvidarlo y en ese balcón también yo me asomaba…qué bonita época. Gracias de nuevo
10 de mayo de 2017 en 07:56
Gracias a ti, Belén, por ti visita. Me alegra que hayas leído mi pequeño a tu tío. Para mí es un recuerdo muy agradable, que siempre me viene a la memoria cuando paso por allí.
Un abrazo.