
«Una mañana nos regalaron un conejillo de Indias. Llegó a casa enjaulado. Al mediodía le abrí la puerta de la jaula. Volví a casa al anochecer y lo encontré tal como lo había dejado: jaula adentro, pegado a los barrotes, temblando del susto a la libertad».
Microrelato El Miedo
Eduardo Galeano – Montevideo, 1940.
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Aprender
que con certeza, nada tengo que no me des,
a conseguir que el corazón se conmueva siempre por el frágil gesto
de la belleza.
Aprender que sólo soy si tú existes, y es esta la medida que quiero y me define.
Aprender para saberse desprender, he aquí el viejo secreto. Aprender...
(Fragmento de "Aprendre", poema de Lluis Llach)
6 de noviembre de 2012 en 08:13
Te puedo asegurar querida Chelo que alguna que otra vez ese es un sentimiento trasladable no sólo a los conejillos… en algún momento todos nos hemos podido sentir así…
o tal vez no.
Un beso de los de libertad.
6 de noviembre de 2012 en 13:24
Tienes razón. Hay veces que tenemos que aprender a ser libres y elegir.
Un beso libre para ti Josep.
6 de noviembre de 2012 en 08:31
Que habría visto o vivido fuera para no querer salir de su jaula…
Besos
Ana
6 de noviembre de 2012 en 13:25
Seguramente es miedo a lo desconocido, a lo que está por descubrir, a lo que ni siquiera sabemos que existe.
Besos, Ana azul.
6 de noviembre de 2012 en 10:20
hermoso! algo parecido pero menos poético ha ocurrido en este pais…pa-ra-li-za-dos…
gracias chelo. feliz martes.
6 de noviembre de 2012 en 13:26
No hay cosa que paralice más que el miedo.
Feliz martes, Marisa.