Cuentan que un día 22 de septiembre de hace más de mil cien años, moría en Córdoba el califa Omeya, Abderramán II.
Durante su califato, Córdoba alcanzó su máximo explendor y brilló universalmente en el mundo de los adelantos urbanísticos, la política, el comercio, las finanzas y la cultura.
Dicen que Córdoba llegó a tener 70 bibliotecas durante la época Omeya. Tuvo universidad, escuela de medicina y escuela de traductores de griego. Luego llegó la Edad Media, y -de nuevo- volvimos a la oscuridad…
Chelo Puente – octubre, 2012
9 de octubre de 2012 en 06:52
Es sorprendente la forma que tiene el ser humano de cargarse su propia historia, las cosas buenas de las civilazaciones. Al menos han quedado sus monumentos y su historia para recordarla. Besos
Ana
9 de octubre de 2012 en 12:56
Tienes toda la razón, Ana azul. Mientras en otros lugares se vivía casi en las cavernas, en Al-Andalus se desarrollaba una sociedad culta y refinada, de la que -como tú dices- nos ha quedado su historia y su arte.
9 de octubre de 2012 en 09:43
Por dior…! Cuanto gilipollismo concentrado en esta humanidad, llegaremos a cargarnos a nosotros mismos y hasta que no lo consigamos no pararemos…
9 de octubre de 2012 en 12:58
Ya lo creo que sí!! Y camino de nuestra autodestrucción vamos, Josep.