La librería de Chelo

Este es el blog de Chelo Puente, donde descubrirás algo sobre mí a través de las palabras escritas y leídas.


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Naturaleza casi muerta.


 

Naturaleza casi muerta
Carme Riera – Palma de Mallorca, 1948
Edit. Alfaguara – enero, 2012

Inspirada en un hecho real como fue la desaparición de un alumno Erasmus en noviembre de 2007, comienza esta primera y única novela negra, con la que ha sorprendido a todos la académica Carme Riera.

A principios del mes de diciembre y en pleno conflicto de ocupación de los anti-Bolonia, en la Universidad Autónoma de Barcelona se pone de manifiesto la desaparición de un alumno Erasmus de origen rumano, Constantinu Iliescu. Tanto la que se denomina su novia como dos compañeros más, denuncian ante el Decanato la desaparición de Iliescu. Sin embargo, nada hace pensar que esta desaparición no haya sido voluntaria, y éso es lo que opinan los profesores y la Jefatura de la Universidad.

No obstante, transcurridos unos días sin que Constantinu aparezca, comienzan a suceder extrañas muertes, terribles y macabras que convierten el campus de la Universidad en un lugar muy poco seguro. Un equipo de policía, con la subinspectora Manuela Vázquez, comienza una investigación que se va complicando poco a poco y a medida que se van descubriendo nuevas pistas, más que aclarar las cosas, se van oscureciendo.

En una mezcla de tensión, intriga y crítica social de los alumnos-okupas, se va desarrollando la acción a un ritmo adecuado para mantener la intriga y las ganas de conocer el final. La combinación de infidelidades, envidias, celos intelectuales y amorosos se dan cita en esta novela, en la que también intervienen determinados perfiles psicológicos. Y así es como Carme Riera se ha adentrado -con este libro- en el género de novela negra. No sabemos si habrá más, ya que -parece que ha dicho- le resulta muy difícil escribir novela negra.

Numerosísimos Premios son los que ha obtenido la autora a lo largo de toda su carrera literaria. Premios como el Premi Ramon Llull de Novela, en 1989; el Premi Josep Pla, en 1994; el Premio Nacional de Narrativa, en 1994; el Premi Lletra d’Or, en 1995; la Creu de Sant Jordi, en 2000; o el Premi Nacional de Literatura de la Generalitat de Catalunya, en 2001, así como ocupar el sillón de la letra n desde abril de 2012 como académica de la Real Academia de la Lengua española.

De esta novela se ha dicho…

«Excelente novela de intriga. La extraordinaria minucia narrativa, la dosificación de la información y la sabia manera de desvelar las pistas crean una tensión en la lectura que no acaba hasta la última página.»
XAVIER PLA, Avui

«Riera es una perfecta conocedora de la ortodoxia de la novela negra y ha respetado las complejas normas que este género impone.»
ANDREU MARTIN, escritor

Chelo Puente – julio, 2012


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Claraboya


 

 

 

Claraboya
José Saramago – Azinhaga, 1922 – Lanzarote, 2010
Traducción de Pilar del Río.
Edit. Alfaguara – marzo, 2012

 

Un edificio cualquiera de cualquier barrio humilde de Lisboa, despierta una mañana, y con él, sus vecinos. El zapatero Silvestre se levanta de la cama dispuesto a abrir su ventanilla, por la que recoge y entrega sus arreglos, mientras Mariana -su mujer- va preparando el café. Se oyen los pasos de Adriana que se encamina hacia su trabajo, y que vive junto a su madre, su tía y su hermana, disfrutando de la escucha de los programas de música clásica en la radio y de su pasión por Beethoven. El matrimonio de Justina y Caetano que mantiene una relación tremenda de odio-deseo. Rosalía y Anselmo, padres de la joven María Claudia que de tanto protegerla la dejan totalmente desprotegida. Emilio y Carmen, la gallega que nunca se adaptó a vivir en Lisboa y que desde el desamor, añora aquello que pudo haber sido. Y -por último- doña Julia «la mantenida».

Un capítulo para cada casa y sus habitantes, para llegar a la conclusión de la cita de Raúl Brandao «En todas las almas, como en todas las casas, además de fachada, hay un interior escondido», que sirve para introducirnos y al mismo tiempo resumirnos la aventura a la que nos adentramos con la lectura de este libro.

Los devotos de Saramago disfrutarán -como siempre- de su lectura, pero aquellos que le consideran «un poco denso de leer» también lo disfrutarán, porque entre sus páginas se advierte la frescura y la juventud de ese magnífico escritor que sería con los años.

Siempre me sorprendió que Saramago empezara a publicar a edad tan tardía -creo que su primera novela se publicó en 1980- cuando tenía casi 60 años, y a partir de ésta fecha no paró de escribir y de publicar hasta su muerte, para disfrute de los que un día le descubrimos y le hemos seguido, esperando siempre su nuevo libro. Toda su magnífica obra le proporcionó el Premio Nobel de Literatura en 1998, cuando la Academia Sueca dijo de él que era capaz de «volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía».

Sin embargo Claraboya es la explicación. La escribió con treinta años más o menos y la envió a diferentes editoriales, que la rechazaron, o ni siquiera la leyeron, por lo que no se publicó nunca. Con los años (1989), una editorial que hacía una mudanza, descubrió -entre todas sus cosas- el manuscrito de esta novela, y se lo entregó a Saramago decenas de años después, cuando ya era un escritor consagrado, pero nunca quiso publicarla mientras vivió.

Y -como siempre- un fragmento muy significativo, casi del final, y que -a mí- me ha parecido la esencia de todo el libro…

…»-¿Qué piensa hacer, Abel?
El muchacho se levantó lentamente y se dirigió hacia Silvestre. A dos pasos, le respondió:
Algo muy simple: vivir…»

Chelo Puente – julio, 2012


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Si me pierdo, búscame.


Mientras caminaba, su silueta se reflejaba en los escaparates. Era una mañana fría de otoño, casi de invierno -como eran los otoños allí- así que se ajustó el cinturón de su abrigo color camel -aquel que tanto le gustaba y con el que se sentía tan a gusto- para quedar envuelta en la calidez del cashmere; estiró sus guantes de piel marrón, se anudó la bufanda de cuadros para protegerse el cuello, y se puso el gorro que dejaba ver un trozo de su corta melena. Ahora se encontraba mucho mejor, ahora se sentía resguardada de esa brisa fría.

Tomarse esos días libres había sido una decisión repentida, poco reflexionada, inusual en ella, pero había sentido esa necesidad. Las ansias de perderse o la necesidad de encontrarse, no sabía muy bien lo que había sido. Ahora con Internet era sencillo organizarse una escapada, y aquella misma noche, en un momento compró los billetes de avión e hizo la reserva en aquel hotel de la Rue de Sevres que le gustaba, porque estaba en una zona agradable y cercana a los sitios por los que deseba pasear.

Llevaba ya dos días allí y esa mañana iba sin rumbo, sin un destino cierto, cuando pensó que era una buena hora para callejear hasta la Place des Vosges y visitar la pequeña tienda de antigüedades, donde aquel anciano reunía los más bellos objetos. Recordaba perfectamente la primera vez que visitó esa tienda -de éso hacía ya bastantes años- y de aquella visita aún conservaba con un cariño especial, una caja redonda de alabastro blanco. Después se dirigiría a la zona de Notre-Dame, entraría en la catedral y como siempre, se sentaría un tiempo a observar cada detalle de su interior. Quizá se quedara a comer en el bistrot que había allí en la plaza. Si iba temprano podría sentarse a comer en una de las mesas junto al ventanal, desde donde se veía una preciosa vista de la fachada de la catedral. Después iría a curiosear a los bouquinistes, donde seguro encontraría aquellas postales con fotos antiguas de París que tanto le gustaban. Tomaría café en alguno de los cafés de la zona y volvería al hotel a arreglarse… tenía una entrada para la ópera.

Aún no sabía muy bien qué hacía allí esos días -y ya era viernes- aún no sabía qué hacía en París ella sola, qué buscaba, de qué huía, qué esperaba encontrar, qué iba a decidir… Mientras caminaba bajo una leve lluvia que había comenzado a caer, esa lluvia que hacía que todo brillara, recordó cuando le dijo a su marido que se iba a París.

– ¿Cuándo quieres que vayamos? – le había respondido él. 
– No, Pablo, me voy yo sola, quiero ir yo sola.
– ¿Qué ocurre, María?,  ¿qué pasa en esa cabecita? – le había preguntado mientras le acariciaba la frente.
– ¿Recuerdas lo que te he dicho siempre? – le preguntó María.
– Sí… «si alguna vez me pierdo, búscame en París» – ¿estás perdida, María?.
– Quizá allí pueda encontrarme. Te compraré un bonito regalo – contestó con una leve sonrisa.
– Mi regalo será que desees volver.

Mientras iba pensando todo ésto, había llegado a los soportales de la Place des Vosges y, parada delante del escaparate de la tienda de antigüedades, antes de entrar sacó su móvil del bolso y llamó a Pablo. 

– ¿Crees que podrías arreglarlo todo para venirte mañana? – le preguntó.
– ¿Que ocurre, María? – se asustó Pablo.
– Que sólo deseo estar contigo.
– Organizo a los niños y te llamo para decirte a qué hora llego.
– Gracias, amor.

Entonces, empujó la puerta y recibió aquel Bonjour, madame con una amplia sonrisa de felicidad.

Chelo Puente, abril 2011.


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Música. Air. J.S. Bach


Os deseo Bona nit, Gabón, Boas noites, Buenas noches… esta noche invoco a Bach «el grande» para que su música pare el viento y caiga lluvia sobre l’Empordá… para que termine esta brutal destrucción de vida… Bach, yo te imploro… y se la dedico a todos los que luchan contra ese tremendo fuego… sí, sí… es a vosotros…

 ‎…para que podamos seguir soñando con nuestro sueño…


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Te recuerdo, princesa.


El 23 de julio del año pasado yo estaba de vacaciones cuando me enteré de la inesperada muerte de AMY WINEHOUSE, la princesa del soul.

Sólo tenía 27 años -esta joven de familia de origen judío- y una maravillosa, voz que quedó ahogada aquella tarde de verano en su apartamento londinense de Camdem, pasando a ser un miembro más de esa fatídica denominación del club de los 27.

El término club de los 27 se debe a que todos sus miembros murieron a la temprana edad de 27 años, todos ellos músicos legendarios como Jimi Hendrix, Kurt Cobain, Jim Morrison o Janis Joplin, y al que se añadiría aquel día a Amy Winehouse.

Según se dijo, su muerte se debió a los brutales excesos con el alcohol y las drogas, y también, según se dice, su unión con su marido Blake Fielder-Civil, no sólo no le aportó tranquilidad emocional, sino todo lo contrario, además de incitarla a tomar drogas más duras, le creó una dependencia absoluta no sólo de este tipo de drogas, sino también de él.

Con sólo 14 años ya empezó a componer sus propias canciones, con 16 empezó su carrera profesional y desde entonces una carrera de éxitos y reconocimientos… Disco de Platino, Premios Mercury Music, BRIT Awards, Premios Grammy… todos merecidísimos para esta cantante de la que se dijo que «su registro vocal era acústicamente poderoso y capaz de expresar las más profundas emociones».

Y hoy, 23 de julio de 2012, un año después… te recuerdo, princesa.

Chelo Puente, julio 2012

 


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Orgullosa de vosotros, de ellos NO.


Ayer, cuando asistía a la manifestación y veía las pancartas de los Funcionarios (sí, lo pongo con mayúsculas porque merecen todo mi respeto y mi agradecimiento) de hospitales, centros de salud, institutos, colegios, escuelas infantiles, universidades, bomberos, policías, administraciones, etc. me dio por pensar cómo sería nuestra vida sin ellos, y me vino a la memoria un día tristemente aciago, como fue aquel 11M.

Yo entonces, vivía en Madrid y recuerdo aquel día y los siguientes con tremenda claridad, porque -a pesar de vivir en un país «sin memoria»- yo, afortunadamente la mantengo intacta.

Recuerdo perfectamente el impresionante esfuerzo de los Funcionarios aquellos días de pánico… recuerdo perfectamente el esfuerzo de Funcionarios-bomberos en los puntos donde se produjo aquella tremenda desgracia; recuerdo a los Funcionarios-sanitarios trabajando contrarreloj mil horas seguidas en sus puestos sin tener en cuenta si su turno había terminado o no; recuerdo a los Funcionarios-maestros cuidando de que los nenes sufrieran el menor trastorno posible; recuerdo a los Funcionarios-profesores tratando de explicar lo inexplicable a sus alumnos adolescentes; recuerdo a los Funcionarios que atendían las llamadas de la gente que necesitaba saber; recuerdo… los recuerdo a todos.

Pero, no recuerdo que el Sr. Aznar (presidente del gobierno en esa fecha) dijera… chicos sois geniales, habéis hecho un esfuerzo tan ingente, trabajando horas y horas seguidas en una situación de tremendo estrés, y os estoy tan agradecido en representación del país, que os voy a dar una paga extra… no lo recuerdo, no… ni recuerdo que les pagaran las horas extras ni de día ni de noche… pero claro, el señor presidente andaba ocupado mintiendo como un bellaco a todo un país, y además le apeteció jugar a las guerras, pero como no tenía causa objetiva, se la inventó, porque lo importante era salir en la foto, si, en aquella de las Azores, para vergüenza de todos los españoles de bien.

Y también me pregunto yo ¿gastarse el dinero de un país en hacer una guerra sin motivo está bien? ¿por qué Rajoy no le pide explicaciones a Aznar (que es de los suyos) por los miles de millones de euros que nos costó participar en la invasión de Iraq? ¿por qué no le pide el dinero, nuestro dinero, el que dilapidó? ¿éso no es vivir por encima de nuestras posibilidades?…

Por éso, ya que no os lo dicen ellos, os lo digo yo ¡¡ESTOY ORGULLOSA DE VOSOTROS!!, señoras y señores Funcionarios. Necesito saber que si enfermo, estáis ahí para cuidarme; que estáis ahí formando a nuestros niños y jóvenes; que cuidáis de nuestras propiedades; que cuidáis de nuestros bosques; que cuidáis de prevenirnos riesgos; que nos ayudáis a hacer cualquier gestión… en definitiva, que hacéis que nuestra vida sea un poquito mejor.

Chelo Puente, julio 2012


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¿Será verdad?


Ayer leía por la red, este entramado en el que a veces te enteras de algunas cosas que no se publican en la prensa, o de otras que sí. Bien, pues os quería decir que dicen que Monsieur Hollande, con tan sólo 53 días en el Gobierno de la nación, una de las primeras medidas que ha tomado para ahorrar, es la siguiente:

Ha enviado un documento de pocas líneas (lo breve si bueno, dos veces bueno) a todos los organismos estatales dependientes de la Administración Central, en el cual, les comunicaba la supresión de los «vehículos de empresa» desafiando de manera provocativa e insultando a los altos funcionarios, con frases como…

 «si un ejecutivo que gana 650.000 euros año, no puede permitirse el lujo de comprar un buen coche con sus ingresos del trabajo, quiere decir que es demasiado ambicioso, que es estúpido, o que es deshonesto. La nación no necesita ninguna de estas tres figuras», dicen que ha escrito.

Con esta medida parece que ha recuperado la jugosa cantidad de 345 millones de euros, que se destinarán a la apertura de institutos de investigación científica avanzada de alta tecnología, y derivará en la contratación de unos 2.500 jóvenes científicos desempleados con el fin de aumentar la competitividad y la productividad de Francia, apoyando, de esta forma, la investigación y a los jóvenes (sin duda una medida estupenda, si es que es cierto que se ha llevado a cabo).

Si a ésto le unes que con ésta y otras medidas, la prima de riesgo de Francia está en torno a los 100 puntos, en lugar de los más de 580 que está la española, es entonces cuando me pregunto por qué nuestro «preocupadísimo gobierno» no ve que el ahorro no está en acogotar a la clase media española, con medidas como rebajar el sueldo a los funcionarios, quitarles la Paga de Navidad, subir el IVA (que frenará no, que eliminará el consumo), en definitiva, maltratar económicamente a los ciudadanos.

Y, es que -pienso yo- que el enfoque es erróneo porque se han dedicado todos los esfuerzos en llevar a cabo medidas que sólo son efectivas a corto plazo, dejando a un lado aspectos que serían importantes a tener en cuenta, como es la reducción de altos cargos públicos, del número de políticos, senadores, subvenciones, asesores y un larguísimo etcétera, así como los elevados gastos de viaje de políticos, el gran número de coches oficiales en España… ¿realmente es necesario que haya tantos coches oficiales?.

¿Por qué no parece posible que escuchen a gente que tiene cosas que decir y propuestas que plantear, como las que han estudiado técnicos de Hacienda?, donde, os aseguro que hay algún que otro cerebro superdotado para la economía. ¿Por qué tienen miedo a poner en marcha la implantación de un impuesto especial a las grandes fortunas, si -según dicen- ellos son los que más aman a España?, es más, hubiera sido todo un detalle por su parte (la parte de las grandes fortunas) que lo hubieran pedido ellos mismo, como hicieron en Francia, y ésto sí es cierto.

Así pues, ya veis cómo estoy. No sólo no tengo respuestas, sino que cada vez tengo más preguntas, con independencia de si lo que cuentan de Monsieur Hollande de la France, sea cierto o no… aunque hubiera estado muy bien que fuera cierto, ya lo creo que sí.

Chelo Puente, julio 2012