Anécdotas de contenedor.
Me dirijo al contenedor de ropa y me encuentro con un chico de origen marroquí…
– Tú vendes barato ropa a mí -me dice.
– Sí, barato, barato -le contesto sonriente.
– ¿Cuánto? -me pregunta.
– Nada, gratis, te lo regalo.
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Aprender
que con certeza, nada tengo que no me des,
a conseguir que el corazón se conmueva siempre por el frágil gesto
de la belleza.
Aprender que sólo soy si tú existes, y es esta la medida que quiero y me define.
Aprender para saberse desprender, he aquí el viejo secreto. Aprender...
(Fragmento de "Aprendre", poema de Lluis Llach)
23 de julio de 2012 en 15:16
jaja me imagino su sonrisa de oreja a oreja ante la sorpresa…
23 de julio de 2012 en 15:23
Pues sí, se fue tan contento con su bolsa.
Bienvenida, lapuertaentornada. Paséate por aquí siempre que te apetezca, nos encantará leerte.