Estaba hace unos días una tarde en la playa, cuando llegó una chica joven monísima y se quedó instalada cerca de donde yo estaba. Llevaba una camiseta que decía No creas que porque vengo sola…»en la parte delantera. El mensaje atrajo mi atención, y disimuladamente esperé a que se diera la vuelta, por ver si continuaba la frase, y efectivamente continuaba en la espalda … quiero ligar contigo, de forma que si unimos ambos mensajes, el texto completo sería «No creas que porque vengo sola, quiero ligar contigo». Qué curioso -pensé- porque -realmente- puede ser una forma de ahuyentar o de todo lo contrario, de captar la atención.
Cuando ya estaba sentada, tomando el sol, se le acercó un chico -más bien feito- que estaba relativamente cerca…
– Es una pena, porque yo tengo momentos en que soy encantador… no muchos, pero algunos sí y podría charlar un rato contigo -le dijo.
– Pues a mí me encantaría charlar un rato contigo… por simpático y por agradable -le contestó.
Unas horas después -cuando el sol se ponía sobre las aguas mediterráneas- recogí mis cosas y me dispuse a marcharme de la playa. Volví la mirada y vi que aquellos dos jóvenes seguían en animada conversación, quien sabe si haciendo planes para cenar juntos aquella noche…
6 de septiembre de 2011 en 09:50
Sabes, bueno jamás hubiera pensado que estar hablando durante horas con una persona que no conoces de nada, de temas personales, no tan personales, del dia a dia, de los sentimientos, de las inquietudes y de otras muchas cosas durante muchísimo tiempo fuera posible.
Pero yo lo hice y de momento lo sigo haciendo y es algo muy pero muy enriquecedor, te puedo decir que a veces las horas parecen escasos minutos y otras el tiempo se detiene, se detiene el tiempo justo para ver como todo se mueve a tu alrededor.
Es fantástico y muy recomendable.
Brindo por ellos.
6 de septiembre de 2011 en 10:50
Cierto es… fantástico y muy recomendable. Esas conversaciones de horas y horas que pasan volando, para después de despedirte pensar… ¡cachis!, y no le he preguntado por, ni le he contado aquello que… ay! siempre nos falta tiempo…