Sólo llevo cinco horas de vacaciones, pero ya lo tengo todo preparado, así que decido irme para la estación, no vaya a ser que me pase como el otro día que tuve que correr para coger mi AVE.
Tomo un taxi que me llevará hasta la estación. Parados en el siguiente semáforo se inició esta conversación:
– ¿Ya terminó sus vacaciones? -me pregunta el taxista.
– No, que va… si las empiezo ahora – le respondo.
– Ah, perdón, es que me pareció que las terminaba -me dice mirándome por el retrovisor.
– ¿Y éso?
– Porque tiene usted cara de tranquilidad, y generalmente la gente que empieza las vacaciones, tiene cara estresada.
– Supongo que pensar en unos días de vacaciones, me da tranquilidad.
– ¿Sabe usted? a través de este espejo, se ven muchas cosas.
– Ya imagino…
– Uno sabe enseguida, si la persona va a una reunión importante, si va de compras, si está triste, si viene de vivir un buen momento… muchas cosas se ven, por no decirle las cosas que me cuentan, que a veces me pienso que soy como un confesor…
– ¿Sabe?, mi abuela hubiera dicho que la cara es el espejo del alma -le digo con una sonrisa.
– ¡Ve!, además tiene usted una bonita sonrisa.
– Muchas gracias.
Chelo Puente, agosto 2011