La librería de Chelo

Este es el blog de Chelo Puente, donde descubrirás algo sobre mí a través de las palabras escritas y leídas.


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Iguales pero diferentes…


 
Un sonido insistente me distrae de la lectura. Aparto la vista y a pocos metros observo a un nene rubito de unos cinco años -de pie frente a su mamá- llora bajito pero desconsaladamente, casi no se le oye. Su madre permanece sentada en la toalla, impasible, sin que ningún músculo de la cara denote expresión. Sólo le dice una frase en un idioma que no entiendo, creo que es noruego o finés. El niño sigue llorando desconsolado.
 
Al otro lado, otro niño de la misma edad llora también desconsoladamente…
 
– Buaaaaaaaa. Cómprame un heladooooooo -grita el pequeño.
– He dicho que no -le dice su madre.
– Buaaaaaaaa, ya no me quiereeeeees.
-¡¡No te voy a querer, si te he parido!! -y le abre los brazos.
El niño acude a su abrazo y se cobija en su pecho tamaño amarcord.
– ¿Esta tarde me lo vas a comprar? -insiste el nene.
– Esta tarde te lo compraré si te comes toda la merienda, pero ahora no.
y el niño deja de llorar y sale corriendo al agua, a saltar olas.
 
Yo también me voy al agua -me encanta saltar olas- y cuando salgo, el pequeño sigue saltando y riendo bajo la mirada atenta de su madre en la orilla, que le abraza cada vez que le tumba una ola. El nene rubito sigue llorando bajito y deconsoladamente, y su madre continua impasible sentada en la toalla a un metro de distancia física, a una distancia socialmente correcta…
 
Chelo Puente, agosto 2011


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Hay algun@s queee…


 
Estamos esperando que salga en pantalla la vía de nuestro AVE y a mi lado está sentada una pareja joven con dos niños, una nena de unos siete años y un nene de unos cinco. El papá enseña a la niña como mirar en la pantalla la vía del tren, y, con el fin de tenerla entretenida -supongo- le dice que cuando salga la vía que les avise. Ella (la niña) se queda fijamente de pie mirando la pantalla unos segundos, hasta que decide volver a los asientos, coge la maletilla de ruedas, se la lleva delante de la pantalla, la pone horizontal y se tumba sobre ella -una niña con recursos, pienso.
 
Cuando se abre el control se forma una fila enorme, y yo estoy detrás de ellos. Un minuto después, un empleado indica que se abre otro control y que a partir de aquí -cuatro puestos delante de los nuestros- pasen al otro control. Curiosamente, un «señor» que estaba plácidamente sentado, se levanta cual resorte y se cuela literalmente delante de estos papás con los nenes. Los papás se miran y me miran, como diciendo «que fresco, no» pero no dicen nada. Me indigna la gente «aprovechona» así que, toco suavemente su hombro y…
 
– Disculpe, pero creo que no debe ponerse aquí… -le digo educadamente.
– No sé por qué no -me responde airado.
– Por tres motivos:
1 – porque no ha guardado su turno…
2 – porque no debería ponerse delante de estos señores que llevan niños pequeños y tienen preferencia…
3 – porque es pésima educación colarse…
¿le parecen suficientes, o le digo alguno más?
 
Salió de la fila y volvió a sentarse.
 
– Daba igual, pero ¡gracias! -me dice la mamá.
– De nada, es que no soporto la mala educación, ni a la gente que no tiene en cuenta a los niños…
– ¡¡Gracias!! -dice el papá mientras sale detrás del pequeño que ha echado a correr hacia las escaleras…

Chelo Puente, agosto 2011.


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No creas que…


Estaba hace unos días una tarde en la playa, cuando llegó una chica joven monísima y se quedó instalada cerca de donde yo estaba. Llevaba una camiseta que decía No creas que porque vengo sola…»en la parte delantera. El mensaje atrajo mi atención, y disimuladamente esperé a que se diera la vuelta, por ver si continuaba la frase, y efectivamente continuaba en la espalda … quiero ligar contigo, de forma que si unimos ambos mensajes, el texto completo sería «No creas que porque vengo sola, quiero ligar contigo». Qué curioso -pensé- porque -realmente- puede ser una forma de ahuyentar o de todo lo contrario, de captar la atención.

Cuando ya estaba sentada, tomando el sol, se le acercó un chico -más bien feito- que estaba relativamente cerca…

– Es una pena, porque yo tengo momentos en que soy encantador… no muchos, pero algunos sí y podría charlar un rato contigo -le dijo.
– Pues a mí me encantaría charlar un rato contigo… por simpático y por agradable -le contestó.

Unas horas después -cuando el sol se ponía sobre las aguas mediterráneas- recogí mis cosas y me dispuse a marcharme de la playa. Volví la mirada y vi que aquellos dos jóvenes seguían en animada conversación, quien sabe si haciendo planes para cenar juntos aquella noche…


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El final del amor


 

El final de amor
Marcos Giralt Torrente – Madrid, 1968
Editorial Páginas de espuma – abril, 2011

 

Cuatro relatos cuyo tema es el amor -cómo surge, cómo se desarrolla y cómo llega a su fin-componen este libro de Giralt Torrente, ganador del  II Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero.

En Nos rodeaban palmeras, una pareja de vacaciones en una isla de África, intenta reactivar su amor, para -finalmente- darse cuenta de que no se puede recuperar lo irrecuperable.

En Joanna, un hombre ya maduro descubre el porqué de la desaparición de su vida de aquel amor de adolescencia, que nunca olvidó.

En Última gota fría, una pareja -separada hace tiempo- no logra rompen ese cordón que les unió durante años, mientras su hijo piensa que aún pueden volver a unirse, para constatar -finalmente- que quizá sea mejor que no lo hagan.

En Cautivos, una pareja abocada al fracaso desde su inicio, en una relación dañina y maligna, sustentada en el sufrimiento, pero al mismo tiempo inquebrantable e indisoluble. En mi opinión, el más fascinante de los cuatro.

Cuatro relatos muy interesantes que describen cuatro situaciones diferentes del final del amor.

¡¡Feliz lectura!!

Nota: Una lástima que haya encontrado tres erratas y un error de expresión en el texto.


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Lo único positivo.


Que Madrid está atestado de gente de fuera estos días, es algo que a nadie sorprende ya. Si entras en El Retiro apenas se puede pasear; carpas, escenarios, pantallas gigantes y consignas, lo inundan; los niños hacen quiebros con sus bicis para no llevarse por delante a los píos visitantes. A los patinadores apenas les queda sitio en el Paseo de Coches, dado que la mayor parte de él está acordonado y protegido por furgones de la Policía Nacional, al estar ocupado por los doscientos confesionarios donde -estos días- redimirán almas y abolirán excomuniones, si el arrepentimiento es profundo. 

Visto lo anterior, lo cruzo rápido camino del Museo del Prado para recoger mi tarjeta anual de museos y -de paso- darme una vueltecita por allí. Voy pensando en qué zona habrá menos gente, qué salas tendrán menos peregrinos, así que descarto Goya, que seguro que es uno de los más visitados; también descarto El Greco, por aquello de la espiritualidad que seguro que atrae a los miembros de las JMJ2011; también descarto Velázquez, por su fama mundial, pero no puedo entrar en el Prado sin saludar a Las Meninas, y digo saludar porque un grupo de chavales con banderas, identificativos y uniforme tipo los de las colonias de mi infancia, impide un acercamiento a menos diez metros de distancia, así que le hago un guiño a Mari Bárbola y le digo… ya os veo otro día. 

Me doy una vuelta por la pintura italiana y recalo en Tintoretto, delante de El lavatorio. Una gran suerte, no hay nadie delante y además hay un banco enfrente, así que me siento a contemplarlo. Siempre me gustó especialmente este cuadro, los colores, el suelo embaldosado, la perspectiva, el escorzo de la mesa, la posición de los apóstoles, el fondo de grandiosa arquitectura, lo cotidiano y casi irreverente de la escena -tratada a modo de una cena de amigos-, y -sobre todo- la escena principal de Cristo, Pedro y Juan en una esquina del cuadro, como si quisiera quitarle importancia. A pesar de ser una escena religiosa, Tintoretto le restó aquella solemnidad de la que se solía dotar a los temas religiosos, quizá por éso -la obra- no estaba totalmente rodeada, o quizá por éso me gusta tanto.

Cuando pienso ya en irme, recuerdo que la obra invitada es El Descendimiento, de Caravaggio, una de las obras más importantes de este pintor, donde se representa la escena en la que se deposita el cuerpo -ya muerto- de Cristo en la losa de piedra para comenzar la ceremonia de embalsamar el cuerpo. Detrás de ellos, tres mujeres lloran su muerte de forma diferente; María, su madre, con un dolor resignado; María Magdalena, con un dolor desesperado; y María de Cleofás, con un dolor a modo de plegaria. Mirarla ejerce una fascinación especial; el tratamiento del cuerpo de Cristo, influído por la anatomía del de La Piedad, de Miguel Ángel; los colores de los ropajes; la expresión de los rostros; las sombras y las luces incidiendo en puntos concretos como si fueran los focos en un escenario de teatro, dotando a la escena de un tenebrismo, que hace realmente fascinante la obra de este pintor homosexual, criminal perseguido, pendenciero pero excepcional, que murió con sólo 31 años.

Ya vi este cuadro en el Vaticano, y ahora ha sido prestado por los Museos del Vaticano al Museo del Prado, con motivo de la venida del Benedicto XVI a Madrid, para mí lo único positivo de tan espectacular visita…. tener -por unos meses- El Descendimiento, de Caravaggio y volverlo a ver, esta vez «en casa».

Chelo Puente, agosto 2011.


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…la ventana


«La chica de la ventana» surgió de una idea de Laurie, que plasmó en un bonito poema dibujado o en un dibujo poemado, naciendo así su original caligrama. El caligrama me inspiró el breve relato «El sueño», y a Libe este precioso poema, donde da vida a aquella ventana que asistió a tan mágico momento, donde la sensualidad de los sentidos afloraba en cada instante, aquella ventana protectora de miradas externas y que -a la vez- se deleitó con su propia visión de lo que ocurría.
Un dibujo, un relato, un poema… tres puntos de vista distintos para una misma sensación, la de un momento mágico.
Una colaboración encadenada, a seis manos, a tres corazones… Ha sido la primera, pero -seguro- no será la última.

Me dejo querer
por el tacto cercano
de tus húmedos dedos.

Me abres.
Recorro tus líneas sin tocarte
y miras más allá de mí.
Me cierras.

Me refugio
en la suave curva de tu espalda,
mecida por la profunda marea
que te recorre.

La noche devora tu grito
y yo tiemblo.

Protejo tu cuerpo
y blindo tu alma,
mientras te entregas -entera- al amante

2011© mmR

Todos los derechos registrados por © propiedad del autor.


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Mayte Martín… una noche de cante.


 

Iluminados por una brillante luna -casi llena- de esta noche de agosto, sonaron los primeros acordes de la guitarra española de Juan Ramón Caro. Ataviada con unos jeans, blusa negra y blazer, Mayte Martín, junto a Juan Ramón Caro, relucían en el escenario de los Jardines de Sabatini, y como telón de fondo una preciosa vista del Palacio Real iluminado.

Se arrancó con unas granainas, y después, un saludo, un agradecimiento, un estoy encantada de volver a vivir esta maravillosa experiencia, volver a cantar en estos Jardines… continuó con unas malagueñas que consiguieron un gran aplauso. De nuevo sus palabras… «me emociona vuestro silencio»… y continúa el cante.

Un recuerdo a sus «maestros en la distancia» -Marchena, La niña los peines y Valderrama- al que dedicó una guajira, y del que dijo que ya la emocionaba cuando le escuchaba de niña. Otra dedicatoria a una compañera, también cantaora. Unas seguidillas para complacer a alguien del público, que se las pidió, y que accedió a otras peticiones que le hicieron, aunque no estuvieran en su repertorio. Cantó temas de su último disco «Al Cantar a Manuel» con poemas del poeta malagueño Manuel Alcántara. Un recuerdo emotivo al guitarrista Moraito, que fallecía hoy, 10 de agosto, a los 55 años… «en lugar de dedicarle un minuto de silencio, le voy a dedicar diez minutos de cantiñas» -dijo Mayte.

Todo el recital dedicado al flamenco clásico, al flamenco más puro, y así, entre quejíos y suspiros iba pasando esta mágica noche, una noche con aromas de damas de noche, pero… no puede ser, en Madrid no hay damas de noche… sería el embrujo del cante de Mayte, y mi fascinación supongo que hizo el resto.

Chelo Puente, agosto 2011